Zarcillos, anillos y crucifijos adornan los nueve cuerpos de mujeres jóvenes hallados en una fosa del cementerio de Cañada Rosal. Nueve esqueletos y unos zarcillos de frambuesas que regresarán a Fuentes en cuanto se confirme que pertenecían a las nueve “Niñas del Aguaúcho”, para las que habrá un homenaje que intente compensar tanto dolor, tanta injusticia y tantos años de olvido del crimen más horroroso de la historia local. Hasta lograrlo ha habido que esperar ochenta y ocho años y trabajar mucho hasta dar con ellas, pero habrá merecido la pena.

A estas alturas, pocas dudas quedan de que las nueve niñas asesinadas por los fascistas en el verano de 1936 son las halladas en Cañada Rosal. Las habían enterrado en el extremo sureste del antiguo cementerio de Cañada, en una fosa donde han aparecido otros siete cuerpos, posiblemente también pertenecientes a vecinos de Fuentes asesinados entre el 17 y el 29 de agosto del 36. Las nueve jóvenes son, casi sin duda, las llamadas niñas del Aguaúcho, mientras que los otros cuerpos serían siete hombres asesinados en Fuentes el 29 de agosto, indica el informe preliminar emitido por el equipo arqueológico. Las nueve niñas han aparecido en la misma saca, en idéntica posición, boca arriba, mientras que los otros siete aparecen de lado (4) o boca abajo (3).

La fecha del enterramiento corresponde al verano de 1936, según el estudio, y todos los cuerpos muestran orificios de bala en el cráneo, en el tórax y en las piernas. Aparecen también en la fosa los numerosos proyectiles que habrían acabado con sus vidas, así como botones, hebillas, imperdibles, horquillas del pelo, anillos y crucifijos, muchos de ellos propios de las mujeres de la época. El análisis del contraste genético es el siguiente paso para ratificar que los cuerpos de Cañada, que se suman a un total de 25 encontrados en la fase cuarta de los trabajos de búsqueda de los represaliados por el golpe de estado de Franco, aunque caben pocas dudas de que corresponden a las víctimas de Fuentes tanto tiempo desaparecidas.

Por un lado, lo pone de manifiesto el hecho de que las nueve niñas hayan aparecido juntas en la misma saca. No hay constancia de ningún otro grupo de nueve desaparecidas en esas fechas ni en la zona ni en toda la provincia. Además, en la misma fosa aparecen otros cuerpos de hombres, en el mismo número de los desaparecidos fontaniegos el 29 de agosto de 1936, dos de ellos de entre 40 y 60 años y cuatro de entre 20 y 40 años. La única duda es de tipo científico, que exige el contraste del ADN, y las cautelas aconsejadas por el fiasco ocurrido con la excavación el pozo del Aguaúcho, donde en aquel momento todos los testimonios indicaban que iban a estar.

El alcalde de Cañada, Rodrigo Rodríguez Hans, ha dicho a Fuentes de Información que “en esta ocasión hay pocas dudas de la identidad de los cuerpos encontrados. Son las niñas del Aguaúcho. Tenemos datos para decir que son ellas con un 99,99 por ciento de seguridad, aunque la ciencia exija el contraste de seguridad del ADN. También tenemos la tranquilidad que nos da la absoluta solvencia de la capacidad científica del equipo arqueológico. De lo contrario, desde el ayuntamiento de Cañada no habríamos dado a conocer el hallazgo”. La ley establece que el alcalde de Cañada es el encargado de la custodia de los restos hasta la entrega a sus familiares. Rodríguez ha dicho a este periódico que se pondrá de acuerdo con el alcalde de Fuentes, Francisco Martínez, para proceder a darle forma al acto de traslado.

Resta cubrir los trámites legales para la exhumación definitiva y la decisión del lugar en el que las víctimas serían enterradas, Fuentes sin duda, y la ceremonia correspondiente. El ayuntamiento de Fuentes y las asociaciones de la memoria ofrecerán a los familiares la posibilidad de que de nuevo sean enterradas juntas, pero en un espacio del cementerio adecuado a las características del suceso. De esta forma volverán a Fuentes las víctimas de la barbarie fascista de 1936.