La cultura de nuestro pueblo ha estado unida al consumo de frutos de plantas rastreras y de crecimiento espontáneo. Una de ellas, Capparis spinosa o alcaparronera, como se conoce vulgarmente, es la que produce los frutos denominados alcaparrones o alcaparras. El fruto de esta planta se recolecta en los meses de junio y julio y se suele hacer en tres fases: el capullo de la flor, las alcaparras (cuando empiezan a madurar) y los alcaparrones (cuando ya están maduros).
Existe una pequeña confusión a la hora de nombrar los frutos de esta planta o los botones florales y muchas veces se denominan igual, pero no es correcto. Aunque es oriunda de Asia, donde los mongoles la usaban para su salsa tártara, llegó a Europa a través de Grecia, siendo Italia y España los países de mayor arraigo y consumo, constituyendo las zonas costera y árida de la península ibérica los terrenos apropiados para su mejor desarrollo y, además, de forma silvestre, en sus orígenes.
Estas plantas germinan en matas proletarias en medio del campo sin ninguna querencia, en padrones de tierras de blanquizales sobre todo... Los alcaparrones son el fruto final que produce la planta de alcaparronera, con forma redondeada con un peciolo de varios centímetros de longitud. Sin embargo, la alcaparra es la flor antes de abrir.
Su preparación se parece a la de la aceituna. Consiste en meterlas en un recipiente en salmuera para que pierdan toda su acidez amarga, después se aliña y en un par de días están listas para comérselas y además, riquísimas. Este fruto se recoge por la mañana temprano y muchas personas salen a recolectar, no sin recibir un montón de pinchazos de las plantas, que tienen unas espinas que se clavan como alfileres y que suelen nacer en los linderos, los padrones, las laderas de los suelos áridos.
Cada alcaparronera suele tener también un conejo, una liebre encamada o una culebra que puede estar descansando a la sombra de estas matas… Todo lo que se cría en el campo y llega a la mesa ha sido y es recolectado por manos expertas que, a través de los años, nunca perdieron esa costumbre, quizás por necesidad,. Ahora es más por echar el rato y esperemos esa tradición nunca se pierda.