José Luis de la Escalera no se prodiga en apariciones públicas, pero cuando se le propone esta entrevista responde "bueno, habrá que hacerla". Cuentan que en su cortijo suelen confundirlo con un empleado más. Una vez llegó alguien procurando un caballo y le preguntó si estaba por allí el dueño de la ganadería, a lo que José Luis de la Escalera le respondió "por aquí andará". ¿Sabe usted si habría algún potro en venta? "Alguno habrá", dijo el ganadero. No se prodiga públicamente porque Escalera es de natural tímido. Pero además es que durante toda su vida ha tenido como senda única el camino que transita de su casa en la calle Mayor al cortijo Escalera. De casa al campo y del campo a casa. No es que fuese distante, es que no había más que trabajo. Ahora, una vez jubilado, sale a última hora de la mañana a tomar unas cervezas con los amigos en el Cultural. Es el patriarca de la quinta generación de Escalera. Sentado en el salón de su casa en la calle Mayor o a la sombra de un sauce en el cortijo, con alguna de las dos nietas (Isabel y Mercedes) abrazada, José Luis de la Escalera es la viva imagen de un hombre feliz.
Pregunta.- Siempre se ha dicho que la familia Escalera la más rica de Fuentes. ¿Lo es ahora?
Respuesta.- No lo sé ni eso me ha interesado nunca. Dicen que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Yo debo de ser muy rico, pero porque necesito muy poco. Lo que he hecho toda mi vida es trabajar mucho. Desde que murió mi padre cuando yo tenía 13 años. El ganado da mucho trabajo y no entiende de festivos. Ahora no es negocio y exige mucha pensión. Aunque desde que me dio el ictus hace seis años mis hijos José Luis y Vicente se han hecho cargo de todo. La ganadería cuenta con 60 caballos y yeguas y tenemos unas 300 hectáreas de tierras, principalmente de cereales.
P.- La crisis de 2008 fue dura para el sector del caballo. ¿No se recupera?
R.- No. La crisis del ladrillo tardó en llegarnos dos años y desde 2010 no muestra síntomas de recuperación. Antes manteníamos una yeguada de veinte o veintidós hembras y comprar un potro nuestro era para algunos una inversión muy rentable porque después lo vendían por mucho más de lo que les había costado. Una vez vendimos uno por cuatro millones de pesetas y al poco nos enteramos de que lo había vendido por 33 millones. ¡Y nosotros creyendo que vendíamos caros nuestros potros!
P.- ¿Cuántos caballos habrá vendido desde que se hizo cargo de la ganadería?
R.- No los he contado, pero calculo que unos 800. Una vez vinieron a ver la ganadería los representantes del rey de Nepal (un rajá, un coronel...) y, por razones de seguridad, nos pidieron que se cortara la calle Mayor, pero no podíamos decir el motivo. Así que fue un problema explicarle a los municipales que necesitábamos cortar toda la calle, pero sin explicar para qué. Después nos pidieron que le lleváramos a Sevilla los dos ejemplares, un caballo y una yegua, que habían elegido para disputarse el favor del rey con otros 40 traídos de toda España. De todos, eligió los nuestros. Se llamaban Decidido y Cariñosa. No diré que fuesen los mejores, pero para nosotros fue una suerte que los eligieran.
P.- Aquello debió de darle mucha publicidad a la ganadería de Fuentes.
R.- Era el momento del boom del caballo y los potros se vendían solos. Hemos exportado caballos a México, Colombia, California... Ahora es mejor negocio la agricultura que la ganadería. Históricamente ha habido momentos para cada cosa. Los cereales han subido con la guerra de Ucrania, pero tampoco tanto como creen algunos. Las guerras nunca han traído nada bueno. Yo me entero de todo por la televisión, aunque de lo que dice la tele unas cosas me las trago y otras las escupo. No uso internet para nada.
P.- Se relaciona poco con el pueblo.
R.- Soy sobre todo un hombre de campo, como le he dicho. Si no me he relacionado más ha sido porque me he dedicado a trabajar y a mi casa, no porque lo rehuya. La gente de Fuentes me conoce y sabe que soy así, un hombre de su casa. Pero también le digo que en el cortijo abrimos las puertas a todo el que llega.
P.- Me consta que ha venido gente muy importante a conocer la que se considera como mejor yeguada de pura raza.
R.- Por aquí ha pasado mucha gente importante, pero si le digo la verdad no sé quiénes eran. Una vez supimos que había estado un famoso actor italiano porque murió poco después y en el bolsillo le encontraron una tarjeta del cortijo Escalera. Nunca le hemos preguntado a nadie quién era para dejarle entrar o no. Viene quien quiere y lo mismo encuentra las puertas abiertas quien sea importante y quien no lo sea. Todo el mundo es bien venido.
P.- ¿Qué cree que le falta a Fuentes?
R.- Yo creo que Fuentes tiene de todo ahora. Entre el trabajo, el paro y las subvenciones hay más dinero que nunca, dinero que unos lo aprovechan mejor y otros peor. Los bares están llenos siempre y eso es porque hay perrillas. La gente de Fuentes se divierte bastante más que antes. Hace unos años le ofrecí al ayuntamiento un solar a las espalda del taller de Rubi por si quería hacer un centro de salud u otro equipamiento para el pueblo y me dijeron que no hacía falta. Un primo mío cedió la tierra donde está el colegio Santo Tomás y cuando fuimos a escriturar el notario nos dijo que eso no podía hacerse así, que había que ponerle precio. Pusimos que se vendía por un duro.
P.- La familia Escalera lleva en Fuentes desde tiempos antiguos. ¿Cuántos Escalera quedan viviendo en Fuentes?
R.- La familia está en Fuentes desde siempre. Yo soy la quinta generación. La ganadería existía en el siglo XVIII, en concreto en 1772. Mi abuelo tenía toros bravos y en el patio hay un cartel que anuncia una corrida en la plaza de toros de Fuentes del 11 de octubre de 1896 con novillos de la ganadería de José María Escalera Fernández de Peñaranda. Los beneficios iban destinados al hospital de la localidad y el torero fue el prestigioso Aguilarillo. Las entradas con palco se vendieron a 6 pesetas, la entrada de preferencia a 1 peseta y la general a 50 céntimos. Mi hermana María Fernanda vive a caballo entre Sevilla y Fuentes y quedan algunos primos, pero pocos viven en Fuentes.
P.-¿Cómo se define políticamente?
R.- A mí no me ha interesado nunca la política, aunque estamos emparentados con el general Armero, que fue ministro de Isabel II. No me interesa la política porque lo que hoy es blanco, mañana es negro. Mi padre, José Luis de la Escalera Vasco, sí fue alcalde de Fuentes. (Primer teniente alcalde del ayuntamiento nombrado por el directorio de Miguel Primo de Rivera el 26 de abril de 1924. Días más tarde ejerció la presidencia del ayuntamiento por enfermedad del alcalde hasta que éste murió el 30 de junio de 1924. El 17 de julio del mismo año fue elegido alcalde hasta que desaparecida la dictadura se constituyó un nuevo ayuntamiento el 26 de febrero de 1930. Posteriormente, en las elecciones municipales del 5 de abril de 1931 fue elegido concejal por el primer distrito hasta el 15 de abril del mismo año en que se constituyó el nuevo ayuntamiento provisional republicano: 11 concejales republicanos y 4 socialistas, cuyo alcalde fue el republicano Manuel Muñoz Conde).
P.- Agricultores y ganaderos desde siempre.
R.- Mi madre, que era sobrina segunda de mi padre, se llamaba Fernanda de la Escalera Avecilla. Por lo que yo soy José Luis de la Escalera de la Escalera. Nosotros somos agricultores y ganaderos desde siempre y lo mantenemos generación tras generación. Y seguimos fieles a Fuentes, donde tenemos todos los intereses. No hemos elegido irnos a vivir a ninguna capital ni invertido el negocios fuera de aquí. Hemos ampliado algo las tierras por la herencia de unos primos militares que vivían en Córdoba. Ahora tenemos seis u ocho empleados fijos y cuando llega la temporada de más trabajo empleamos a cuarenta o cincuenta.