¿Creativo, orgulloso, inquieto, comerciante, familiar, acaparador...? Sobre todo, maestro albañil. Poco se conoce de la personalidad de Alonso Ruiz Florindo, el maestro de los maestros albañiles que sembró Fuentes de fachadas e interiores singulares. Parece claro que era rubio, de buena planta, de tez blanca y duro de oído. Alguien de su época lo llamó "el sordo de Fuentes". También se sabe que su arte le dio a ganar buenos dineros, que invirtió comprando casas en Fuentes, una tienda de tejidos en Écija, tierras y ganado. Que fue orgulloso de sus saberes hasta el extremo de hacerse llamar arquitecto en los documentos oficiales, pese a haber obtenido sólo el título de maestro albañil.
Los datos anteriores han sido expuestos esta tarde por el historiador Francis J. González, cronista oficial, en su conferencia "Alonso Ruiz Florindo, el sordo de Fuentes". Francis J. González ha optado en su conferencia por indagar en el lado más humano del alarife, a la vez que ha comentado su obra artística. En lo humano, Alonso aparece como un artista precoz, seguidor de las enseñanzas de su padre, Juan Ruiz Florindo, pero capaz de volar solo, pese a su juventud, y profundizar en el barroco original que imprimió carácter a toda la saga de alarifes. Con apenas 20 años compra un solar y levanta su propia casa en la calle la Huerta, esquina con la calle la Rosa. Se casa con la también joven María Rosa de Carmona Villar, hija del maestro carpintero Andrés de Carmona. La primera hija les nace tres años más tarde y le ponen como nombre María Rosalía Ramona Florindo de Carmona
El joven Alonso sabe bien el oficio por haber acompañado a su padre en el trabajo desde muy niño. Con 20 años aún no tiene el título oficial que lo acredite como maestro albañil, pero es un excelente albañil ya emancipado y ha hecho su propia casa. Al contrario que su padre y que su abuelo, Alonso sabe leer y escribir, lo que le permite consultar libros técnicos para su trabajo. Alonso había nacido el 25 de octubre de 1722, hoy hace 300 años, en la casa familiar de la calle San Sebastián, como segundo de seis hermanos, aunque solo cinco de ellos llegaron a la edad adulta. Eran tres niños y dos niñas. De ellas (María y Ana Francisca) no hay apenas noticia en los documentos oficiales, mientras que de Alonso, Cristóbal Ramón y Juan José, queda un reguero de referencias debido a sus trabajos como alarifes, especialmente de Alonso. El brillo de Alonso eclipsa a sus hermanos, sobre todo a Cristóbal, que siempre trabaja a su sombra.
El abuelo de Alonso, Cristóbal Ruiz Florindo, había llegado a Fuentes procedente de Palma del Río. Una curiosidad es que el bisabuelo no llevara los apellidos Ruiz Florindo, sino Carmona Santiago. Esto pudo deberse a que, hasta el siglo XIX, los apellidos no eran hereditarios por obligación, sino de libre elección, señala Francis J. González. Los apellidos Ruiz Florindo existían en Fuentes mucho antes de que los alarifes cobrasen fama y es probable que el bisabuelo marchara a Palma por motivos de trabajo y por eso Cristóbal nació circunstancialmente allí, según cree Francis J. González, pero emigró a Fuentes siguiendo el vínculo familiar y se casó con la fontaniega María Domínguez de León. Francis J. González sostiene que "aun cuando Cristóbal procedía de Palma, tanto su abuela paterna como sus bisabuelos Antonio y Mencía eran de Fuentes, por lo que se mantiene –al menos en un 50%– la sangre fontaniega de sus ascendentes".
Para conseguir el título de maestro albañil era necesario viajar a Sevilla y pasar un examen ante un tribunal de expertos del oficio. Allá va Alonso cuando está a punto de cumplir los 28 años y tiene una hija de cuatro años. Del acta de aquel examen procede la única descripción física que existe del ya maestro albañil. Dice el tribunal que Alonso Ruiz Florindo es rubio, alto y que tiene dificultades de oído. Alonso y Cristóbal aprenden el oficio de su padre, Juan. A su vez, Alonso le enseña a su hermano pequeño, Antonio, ante la prematura muerte del padre. También es Alonso el que transmite sus conocimientos a dos de sus dos hijos Alonso y Lorenzo Ruiz Florindo de Carmona.
El éxito profesional llevó a Alonso a superar las fronteras de Fuentes, se expandió por la comarca y tuvo continuidad en su hermano Antonio, que termina afincado en Puerto Real, donde ejecuta numerosas obras, y en su hijo Alonso José. Es tal su éxito que su trabajo es demandado hasta el extremo de no dar abasto y a veces recurre a dejar a su hermano y a su hijo al frente de obras, lo que le genera roces con las instituciones. Con apenas 34 años se hace cargo de la reparación de la iglesia de Santa María la Blanca, muy dañada por el terremoto de Lisboa de 1755. "Coincidiendo con ese trabajo, Alonso se hace nombrar "arquitecto" en las escrituras públicas y pide el reconocimiento de su labor profesional cuando ve atacados sus intereses", ha resaltado Francis J. González.