Se celebra cada dos años en Gilena, pueblo de la sierra sur, unas jornadas de representación histórica del mundo clásico, Grecia, Fenicia, Etruria y, especialmente, Roma porque es el origen de todo lo que allí se ha creado. En las cercanías de Gilena, tal vez más lejos, eso no importa mucho para el entusiasmo, tuvo lugar la batalla de Munda entre César y Pompeyo. Si a esto se le añade una tumba de la era calcolítica encontrada cerca del pueblo, tenemos los ingredientes suficiente para empezar como empezaron las y los voluntarios del pueblo guiados de forma sabia y magistral por David, el arqueólogo local. Han conseguido crear una colección museística y un grupo de recreación histórica con el que han viajado por España y Europa.

Este fin de semana hemos estado en Gilena disfrutando de la historia, aprendiendo con los grupos llegados de EEUU, Italia, Austria, Grecia y de todas las tierras de España. Cada representación, cada conferencia, está sumamente cuidada, basada en la arqueología y la historia. Es encomiable el trabajo de las voluntarias y voluntarios que cada día trabajan para poder ofrecer el espectáculo. No, me equivoco, no es un espectáculo como decía un profesor de los que nos iban explicando lo que veíamos, sino una representación lo más fiel posible de lo que pudo haber ocurrido en el pasado. Así, vimos cómo una familia gallega lleva tres generaciones cultivando lino, trabajándolo en telares con la misma técnica de hace 2500 años, tejiendo linotoras igual a las que llevaban los hoplitas griegos o el artesano tallando el hueso con las herramientas de hace milenios.

Este año lo más esperado ha sido el barco etrusco construido por los y las voluntarias de Gilena con maderas de los palés que han recogido de las obras, puliéndolos y preparándolos. Vimos batallas que nada tienen que ver con las que Hollywood nos ofrece en el cine. Hay momentos emocionantes, divertidos otros, sorprendentes muchos.

Solo una objeción se podría decir de todo lo visto y aprendido este fin de semana: la presencia de la mujer solo ha estado plenamente presente como centro de la narración en dos de las ocasiones, tal vez como fiel reflejo de la sociedad patriarcal que se estaba representando, pensé en algunos momentos. Con esta pequeña reseña he querido dar las gracias a David, a las y los voluntarios que trabajan todo el año en el museo con actividades didácticas y divertidas escolares, para los adultos, para los visitantes. Dentro de dos años volveremos a Gilena. No, volveremos a Grecia, Roma, Cartago y esperamos a la mujer en la Historia.