En tiempos de la dictadura del general Franco, el 1 de mayo se celebraba con connotaciones religiosas. Era la festividad de San José Obrero, aunque en todos los países del mundo se celebraba el Día del Trabajo y, como ahora, era una festividad reivindicativa para los sindicatos y los trabajadores. En Fuentes, el 1 de mayo de 1966 fue muy especial. Antes de que llegara la fecha, el comité local del PCE, a propuesta de Sebastián Catalino, decidió celebrar el 1 de Mayo, pero camuflándolo como si fuera la ceremonia de pedida de mano del que después sería alcalde y su novia, Antonia. La celebración de “la toma de dichos” fue en los pinos del Arenal coincidiendo con el 1 de Mayo de 1966.
Esta idea pareció bastante buena a todos los asistentes por su ocurrencia y originalidad. Indudablemente se le preguntó si Antonia estaba al corriente de todo y si daba su consentimiento. Ante su confirmación, acordaron tener una nueva reunión para organizar el acto. Días después se decidió en qué iba a consistir este acto: una comida de hermandad con bebidas (vino y cerveza) y comida (chacinas y un buen picadillo). En ella, Sebastián se dirigiría a los presentes para explicar el significado del 1 de Mayo. Acordaron de invitar, además de los compañeros y trabajadores, a personas del pueblo pertenecientes a los sectores más progresistas y a estudiantes y miembros de la clase media. Entre ellos figuraban los hermanos José Mª y Sebastián Lora, Juan Morillo, Aurelio Fernández Caro, Antonio, Rafael, Sebastián “ el Pescaero”, el “Marchenero”, el “Pelao” y otros amigos personales de Sebastián.
Llegado el día 1 de Mayo, algunos camaradas se fueron muy de mañana a los pinos a preparar un pequeño escenario, hecho con palos, para que Sebastián pudiera dirigirse a los asistentes. Tras la llegada de todos, hacia las 12 del mediodía se pidió al novio, Sebastián, que se subiera al estrado y dirigiera unas palabras a los allí reunidos. Subió al escenario y se dirigió a los asistentes, primero dándoles las gracias por su asistencia, para después pasar a explicar el verdadero significado del Día Internacional de los Trabajadores, dando a conocer cómo la Dictadura, en connivencia con la Iglesia, había camuflado este día como festividad de San José Obrero.
Tras ello, expuso la verdadera razón de estar instituido el 1 de Mayo como día Internacional de los Trabajadores y cómo en muchos países se realizaban grandes desfiles o manifestaciones de organizaciones laborales y de trabajadores independientes, en los que se declamaban encendidos discursos cuyo tema principal es la situación laboral de un grupo específico o del país y de cómo en algunas naciones la celebración servía como “termómetro” para medir la relación entre las organizaciones laborales y el gobierno, según el poder de convocatoria que tenían los sindicatos frente al gobierno.
"¿Sabíais que esta conmemoración tiene su origen en un episodio de la historia laboral norteamericana?", dijo. “Es la historia de los mártires de Chicago, que comienza en una convención de la federación de trabajadores de Estados Unidos y Canadá en 1884. En esa convención, la federación llamó a los trabajadores a luchar por la jornada laboral de 8 horas (que se venía pidiendo desde la década de 1860) para sustituir el día laboral de 10, 12 y hasta 16 horas que prevalecía. La federación declaró que la jornada de ocho horas tendría efecto desde el 1 de Mayo de 1886. En los meses previos a esa fecha, miles de trabajadores, organizados e independientes, fueron puestos en alerta. Las fuerzas represoras policíacas y de la guardia nacional se prepararon para contrarrestar a los trabajadores, recibieron equipo y armas nuevas financiadas por poderosos líderes comerciales, que se oponían a las demandas laborales. Chicago fue el centro principal de la agitación”.
Prosiguió Sebastián diciendo “el Primero de Mayo de 1886, Albert Parsons, líder de la organización laboral “Caballeros del Trabajo de Chicago”, dirigió una manifestación de 80.000 trabajadores a través de las calles de aquella ciudad, solicitando la reducción del horario laboral a ocho horas diarias. En los siguientes días se unieron a esta demanda 350.000 trabajadores de toda la Unión Americana, que iniciaron una huelga nacional que afectó a más de mil fábricas. La unión de los trabajadores causó mucha alarma entre los industriales y en la prensa, pues vieron en las manifestaciones el inicio de una “revolución”.
Los anarquistas y otros políticos creían que la petición de reducción de jornada era una medida moderada y, al principio, no quisieron involucrarse, pero la convocatoria que logró Albert Parsons convenció a los anarquistas de integrarse al movimiento. El 3 de mayo, August Spies, director de un periódico laborista, habló ante 6.000 trabajadores. El grupo de huelguistas se dirigió después a una fábrica cercana, la planta McCormick, a manifestarse. Pronto llegó la policía, abrió fuego y mató por lo menos a un huelguista, hiriendo a muchos más”.
Terminado su discurso, se bajó del escenario y todos le dedicaron una gran ovación, ya que la mayoría de asistentes no habían escuchado nunca la verdad sobre el 1 de Mayo. Una vez que se acabó la bebida, la comida y las horas de libertad que les habían proporcionado los pinos, en un ambiente de optimismo, decidieron reunirse en el Puente Blanco, para entrar en Fuentes en manifestación. Y así lo hicieron y, subiendo la cuesta del puente hacia Fuentes, empezaron a gritar ¡Viva el 1 de Mayo!, ¡Viva la libertad!. Sebastián Gamero “el Chocolate”, haciendo como de director de orquesta, se puso delante de la manifestación y mirando hacia ella gritaba:
- ¿Qué queremos? .
Todos contestaban:
- ¡Una España libre!
- ¿Qué queremos?
- Libertad sindical!...
- ¿Qué queremos?
Y cuando iban a responder ¡Libertades democráticas!, por la calle Mayor, a la altura del bar “Zambimbo”, apareció la Guardia Civil y todos contestaron:
-¡Queremos turrón, turrón, turrón,...! (siguiendo un famoso anuncio televisivo de la época). “El Chocolate” quedó confuso cuando todos gritaron de esa manera ya que no se enteró de lo que pasaba hasta que se dio la vuelta y vio a la Guardia Civil. Esta, que había sospechado algo de esta toma de dichos de Sebastián y Antonia, preguntó de dónde venían y les respondieron que, como era el día de San José Obrero, venían de los pinos de echar el día y tomar unas copitas. A lo que los guardias civiles respondieron: “De los pinos, de los pinos, ustedes si que están hechos unos San José Obrero”.