Cuando uno va al médico, el perfil medio de quien te atiende, tras muchos años de acceso por MIR y de alta precariedad, es mujer, progresista, procedente de una amplia franja de clase trabajadora urbana o rural. Si uno tiene que vérselas con la justicia en cualquiera de sus frentes, el perfil medio de quien ostenta la amplia potestad de decidir es varón, con ideología conservadora tirando a muy conservadora, toques patriarcales y cierta pose de estar por encima del bien y del mal. También hay altas dosis de consanguinidad. Cuanto más alta es la posición en el escalafón judicial, más se agudizan los rasgos lejanos al perfil medio de la población.
El perfil personal de Victoria Rosell se parece más al de quienes nos atienden en la sanidad pública que al de quienes ostentan el poder de aplicar, o mejor interpretar, las leyes, que deberían ser iguales para todas y todos. Victoria Rosell llegó a la política con Podemos, el partido que vino a curar los males incrustados en el régimen del 78. La cura no se ha conseguido, pero ciertas vacunas, y no poco importantes, sí que se han ido poniendo. Rosell es feminista y va en serio con el feminismo. Rosell es de izquierdas y va muy en serio con la defensa de intereses amplios que primen los de quienes están más desfavorecidos.
Quienes hablan de que hay que despolitizar la justicia, los órganos de poder judiciales, en realidad lo quieren es que sigan siendo órganos compuestos por amplias mayorías reaccionarias. Son las mayorías que ha impuesto el PP con la connivencia del PSOE desde los orígenes del régimen del 78, en el que la justicia franquista quedó incrustada vía sagas familiares, del Opus Dei o de grupos económicos de interés.
Para que España tenga una justicia que se parezca a la ciudadanía media y cuide más, en aplicación de las leyes, los intereses de esa ciudadanía, se necesita que juezas como Victoria Rosell lleguen, no solo a lo más alto de los estamentos jurídicos, sino también a lo más alto de los gobiernos. Por supuesto a lo más alto del los órganos de gobierno de los jueces. Por eso es tan importante que quienes defiende los intereses del 99% de la ciudadanía española, igualdad, justicia, paz, y necesidades educativas, sanitarias, asistenciales y de vida cubiertas, tengan claro que no se puede ceder ante quienes están acostumbrados a hablar de justicia con la boca pequeña.
Hubo una izquierda que en 2016, antes y después de la repetición electoral, cuando el PSOE no quiso asumir los resultados de 2015, propuso dejar pasar a Pedro Sánchez con Ciudadanos. El esfuerzo impugnador del 15M hubiese quedado así al albur de los de siempre. Hubo entre junio de 2019 y noviembre de 2019 quienes desde la izquierda dudaron o abogaron por dejar pasar al PSOE para que gobernase en solitario con el presidente durmiendo a pierna suelta. La fuerza electoral de lo que representaba y representa Podemos hubiese quedado diluida con la aspiración futura de obtener despachos lánguidos adjuntos a los del PSOE. La tenacidad del núcleo dirigente de Podemos, con Pablo Iglesias en el liderazgo ,impidió que la izquierda del 78 se añorase a sí misma, llegando al gobierno y forzándolo, a la vanguardia de Europa, a afrontar las graves y sucesivas crisis recientes con políticas para las mayorías.
Los nombres importan, la elección siempre es una cuestión de nombres. Los nombres tienen procedencias, trayectorias, currículum. Quienes pretenden no hablar de nombres tienen una baraja con sus nombres escondida en la manga. Que Podemos haya cerrado filas con el nombre de Victoria Rosell es una gran noticia. Que ella esté dispuesta a asumir la alta responsabilidad de ser miembro del CGPJ lo es aún más. La justicia española, para avanzar, democratizarse y limitar su espectro reaccionario, necesita nombres como el de Victoria Rosell en su máximo órgano de gobierno. No cedan. Victoria Rosell debe ser miembro del Consejo General del Poder Judicial porque representa algo muy importante: la democracia. Política viene de polis, el lugar de las y los ciudadanos y, como dejó escrito Voltaire, debemos devolverle su viejo significado. En la judicatura también.