La instalación de nuevas plantas fotovoltaicas en Fuentes es una oportunidad única para mejorar la biodiversidad del término municipal. Si las plantas cumplen unos pocos requisitos, Fuentes tendrá un medio ambiente mejor. Si no, seguirá igual o peor. Para lograrlo, el ayuntamiento sólo tiene que exigirles a las empresas eléctricas que las calles entre las líneas de paneles midan, como mínimo, 6 metros de ancho, que la eliminación de las hierbas en el recinto se haga con el pastoreo de ovejas, no con productos químicos, y que se cree una pequeña laguna. Las recomendaciones son del biólogo Miguel Ferrer, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y director del plan de recuperación del Águila Imperial.
Asegura Miguel Ferrer que las plantas fotovoltaicas tienen un claro impacto visual, negativo, pero no necesariamente también un impacto ecológico. En Fuentes, las plantas previstas harán que desde que se entre en el término municipal por la autovía, procedente de Sevilla, el paisaje se va a convertir en una planicie cubierta de placas. Estéticamente, la visión será diametralmente opuesta a la actual. Es el coste de la apuesta por las energías renovables frente a los combustibles fósiles, agotables y contaminantes. Además de las ya existentes, en Fuentes hay previstas dos grandes plantas, una en el Travieso y San Juliana, de 260 hectáreas, otra en el Castillo de la Monclova, de 700 hectáreas. Hay planes para otras dos plantas, aunque los proyectos están menos avanzados.
Contaminación o belleza es uno de los principales dilemas que debe afrontar la sociedad sobre el futuro de la energía solar. Por ejemplo, ¿es lícito romper la estética del cielo de Fuentes instalando sobre los tejados aparatosas y feas estructuras de hierro sobre las que apoyar las placas solares? Los atentados están proliferando de un tiempo a esta parte porque la normativa municipal al respeto es muy permisiva y modificarla para hacerla más exigente necesita un tiempo. Tal vez cuando se logre proteger el llamado "skyline" de Fuentes ya sea demasiado tarde.
Además del estético, hay otro dilema -no menor- y de fácil solución. ¿Está en la agenda política aprovechar la instalación de grandes plantas solares en el término municipal de Fuentes para mejorar la riqueza de fauna y flora? ¿Es posible hacerlo? ¿Cómo? Para empezar, es necesario el conocimiento científico, después tener voluntad política y, por último, poner los medios económicos. El ex director de la Estación Biológica de Doñana, Miguel Ferrer, ha dicho a Fuentes de Información que es muy fácil hacerlo y que no cuesta mucho dinero. A cambio, Fuentes puede enriquecer su biodiversidad de forma muy considerable.
De entrada, nadie ha sido capaz de demostrar hasta ahora que las plantas solares causen daños a ninguna especie animal o vegetal. "Años atrás se especuló con algún posible daño ambiental provocado por la refracción solar, pero ha sido descartado", asegura Ferrer, que dirige desde el CSIC las investigaciones sobre esta materia para 20 de las principales empresas eléctricas. Ferrer lidera desde hace treinta años los trabajos de investigación, y su aplicación práctica, para reducir la electrocución de aves en los tendidos eléctricos y por las aspas de los molinos de las plantas eólicas. En Tarifa, su equipo ha logrado reducir en un 92,8 por ciento las muertes por las aspas de los molinos.
Las plantas solares pueden convertirse en islas de biodiversidad. Pueden hacerlo porque en sus terrenos aumenta un 80 por ciento la humedad del suelo, especialmente en verano debido a la necesidad de limpiar los cristales para eliminar el polvo acumulado. Además, debido a la sombra que producen, la temperatura de esos campos registra una media de cinco grados menos, según Miguel Ferrer. Ambas cosas, más humedad y menos calor en verano, hacen que proliferen las plantas, que si son eliminadas mediante productos químicos contaminan y encarecen la explotación, pero eso no ocurre si se apuesta por el pastoreo con ovejas, que además abonan las tierras con sus heces y contribuyen a generar escarabajos, mariposas, polillas, que a su vez atraen todo tipo de aves. Si a esto se une alguna pequeña laguna en las esquinas del recinto para que aniden las aves esteparias, el efecto sobre el medio ambientes será muy positivo, señala Ferrer.
¿Por qué es necesario que las calles tengan una anchura mínima de 6 metros? Porque es el espacio que necesitan las aves rapaces. Cuando los pasillos son más estrechos, las rapaces temen no poder emprender el vuelo en caso de peligro y evitan posarse en esos espacios, resalta Miguel Ferrer. Tanto la anchura de las calles como los otros requisitos ambientales tienen un coste mínimo para las empresas, que a cambio contribuyen al enriquecimiento ambiental del lugar donde se instalan. Ferrer apunta "Hablamos de 150.000 euros, que es un coste insignificante para proyectos que abordan inversiones muy grandes. Las dos plantas de Fuentes calculan invertir 260 millones (la del Travieso y Santa Juliana) y 300 millones la del Castillo.