La sequía no sólo arruina los cultivos. También vuelve locas a las plantas y desquicia a los animales del campo. Con la larga sequía de este año y las altas temperaturas de estos días, sean producidas por el cambio climático o por un nueva fase de ausencia de lluvias, todo el ciclo natural anda con los nortes perdidos. Las aves y muchos mamíferos han criado un mes antes de lo habitual. También los árboles florecen a destiempo, por lo que se ven forzados a repetir esa tarea dos veces al año y el fruto se ve enfrentado a una vida plagada de adversidades climáticas. En el campo (y en la ciudad) anda todo fuera de su ser y eso, en un sistema tan metódico como es la naturaleza, provoca efectos perniciosos. Daños y choques de intereses. Si no, que se lo pregunten a los habitantes del entorno de Doñana. Cuando falta el agua todo el mundo pierde los nortes.
La economía y la naturaleza están comprometidas por la sequía y por las temperaturas inusuales para esta época del año. Para empezar, como señala Miguel Osuna, guarda rural de Fuentes y buen observado der lo que ocurre en el campo, este año la ausencia de lluvias en otoño privó a muchas aves del alimento fundamental que cada año le proporciona el "vuelo nupcial" de las hormigas alúas. No ha habido hormigas voladoras y eso supone una merma muy grave en la dieta de millones de aves. Tampoco han eclosionado otros insectos cuyas larvas necesitan humedad. Pero en la naturaleza un vacío en la despensa genera una cadena de carencias con un doble efecto dañino: alta mortalidad y reducción de la fertilidad de casi todos los animales salvajes. El ser humano ha desarrollado estrategias para enfrentarse a situaciones de escasez, pero la mayoría de los animales no.
Las precipitaciones de diciembre no sólo fueron engañosas para los agricultores, que se lanzaron a sembrar creyendo estar ante un invierno benigno. También los animales cayeron en esa trampa y se pusieron a reproducirse fuera de su tiempo natural. Las perdices rodeadas de camadas de doce o quince polluelos eran esperadas, como todos los años, para la romería, a finales de mayo. Este año ya corretean por los campos y cuando llegue la romería una gran parte de esas camadas habrán desaparecido, augura Miguel Osuna. Una parte de los polluelos comidos por los depredadores y otra parte engullidos por las grietas que el calor ha abierto antes de tiempo en las arcillas de muchas tierras de Fuentes.
Y eso que Fuentes no es mal sitio para que las perdices vengan al mundo. No es mal sitio porque hay abundantes mayetes que unos siembran trigo, otros girasol y otros garbanzos. Eso hace que las siegas sean escalonadas. Pero este año ha habido un cambio también en eso debido a que todo vaya a convertirse en paja por culpa de la falta de grano por la sequía. Por tanto, la siega se hace a ras de suelo para al menos aprovechar el heno al máximo. El problema es que esa forma de segar (lo normal es segar a una altura de un palmo por encima del suelo para dejar rastrojo) es mucho más agresiva para la fauna salvaje, que ve cómo las máquinas destrozan nidos y matan liebres, erizos, lirones careto, melocillos...
El problema de la fauna salvaje es idéntico al del ser humano: no hay humedad capaz de mantener verde la vegetación. No hay yerba de los padrones. Menos mal que muchas especies que crían en la zona son esteparias y necesitan poca agua para sobrevivir. Muchas se nutren apenas de las gotas del rocío de las mañanas. Palomas, tórtolas, jilgueros, verderones lo hacen en la huerta Armero.
Pero una cosa es poca agua y otra muy distinta, ninguna. El campo es un auténtico secarral para las aves y los mamíferos. Este calor inesperado y prematuro, junto a la ausencia de lluvia, ha secado los arroyos y herbazales precisamente cuando los mamíferos necesitan más alimento para sacar adelante sus camadas. El año pasado, que también fue tremendamente seco, hubo agua en algunos humedales de Fuentes, como la laguna del Palmarejo, hasta mayo. La fotografía de arriba fue tomada el 7 de mayo de 2022.
Este año están todas secas y cuarteadas, lo mismo que los arroyos de la Puerca, la Fuente la Reina, Sanguino, Alamillo... La Madre es el único con agua entre la depuradora y el eucalipto y eso gracias al chorro de las aguas residuales depuradas. Antes de que acabe mayo el agua de la depuradora no llegará más allá de las Peñuelas. A la Madre acude a beber una colonia de avutardas. Eso y algunos embalses particulares salvan de la sed a las aves del entorno de Fuentes.
Los conejos y liebres acaban bebiendo y alimentándose de los riegos que a duras penas mantienen los mayetes que han sembrado olivos intensivos. Con los acuíferos sobreexplotados y sin nuevos aportes, los pozos están al límite. Pero el agua que mana de los goteros no es la más recomendable para la fauna porque lleva abundantes compuestos químicos, abonos y pesticidas que los animales acumulan en sus organismos y acaban envenenados. Mueren o sufren serios problemas de infertilidad. A la desesperada, los conejos acaban royendo las cortezas de los troncos.
Corren malos tiempos para el campo, para los bolsillos y para la naturaleza. La falta de agua va camino de convertirse en un grave problema sin que se vislumbre en el horizonte un remedio que enderece el clima. El planeta está mandando mensajes de alarma, pero los intereses inmediatos, la inercia del día a día y la falta de imaginación bloquean cualquier intento de salida de este atolladero. La naturaleza da síntomas de agotamiento y avisa de graves alteraciones que pueden desencadenar frecuentes episodios extremos de sequías seguidos de lluvias torrenciales. El clima anda trastornado por los efectos de la acción del hombre y las perdices con los nortes perdidos.