Me apropio del estribillo de la canción "No hay manera", de Aute, para titular este desahogo con forma de artículo. Perdonen el desahogo. No hay manera de que pierda... la mierda. Dicho de otra forma, siempre gana cuanto apuesta, la mierda de la traición, la ambición, la violencia, la guerra. La letra de la citada canción dice "uno intenta, mal que bien, no defraudar a la quimera / Enfrentándose a la táctica del gran camaleón / Ese infame que adolece de la casta de la fiera / Y que ataca disfrazado de invisible y a traición...". "No hay manera de que pierda... la mierda".
La mierda debe de ser el elemento que más abunda en el planeta Tierra y hasta en el espacio que la rodea. En todas sus formas y maneras. Como porquería material y como mugre mental, como inmundicia física y como excremento moral. La torre de Babel no fue una construcción mediante la cual, en el pasado, los humanos retaron a Dios pretendiendo alcanzar el cielo no con la virtud, sino con la riqueza. La torre de Babel es la metáfora de aquéllos que cada día, en el presente, alcanzan la cima ascendiendo por la escalera de la mierda. Y lo consiguen, vaya si lo consiguen. No hay en la Tierra ladrillos suficientes para hacer una escalera que llegue al cielo, pero sí suficiente mierda para llegar donde se quiera, incluido el cielo.
Nunca se hunde, siempre flota. Cuando apunta, siempre da en la diana. No hay manera de que pierda... la mierda. La gran diferencia entre la basura material y la moral es que la primera nunca engaña y la segunda lo hace siempre. Por eso es preferible la porquería física, la que muestra sin cinismo su repugnante apariencia de inmundicia asquerosa, pestilente. Las montañas de desechos que acumulan los vertederos que salpican la tierra son infinitamente preferibles a las simas de los océanos que esconden la traición. A los vertederos de sedimentos va quien quiere, a las cloacas de la mentira te llevan a la fuerza con bellos discursos, plumajes coloridos y perfumadas promesas.
¿Cuál de las dos mierdas abunda más? Creo que las dos proliferan a partes iguales, aunque en momentos como el presente parece que se han puesto de acuerdo para mostrarse al mismo tiempo, lo que hace que el planeta semeje un gigantesco estercolero. Por eso y por muchas cosas más, en momentos como éste hay que salir a la calle tapándose la nariz. Y seguir a la espera de que vengan nuevos vientos que arrastren a otras tierras la peste que nos inunda. No hay manera de que pierda... la mierda.