Si pasas alguna vez por Bafatá (Guinea-Bissau) acércate a una casa rodeada de árboles cerca de la rotonda, el centro neurálgico y social de la ciudad. En el porche de la casa podrás leer "Radio Mulher”. Si por ventura entras en la casa, encontrarás una actividad fuera de lo común: jóvenes de ambos sexos entran y salen continuamente, hablan, dialogan, asisten a clases de formación de periodismo y de español.
Son jóvenes con enormes ganas de aprender, algo desconocido en muchos lugares. Realizan un gran esfuerzo para asistir a la formación en Radio Mulher después de sus clases en el liceo, a las que asisten en turnos de mañana y de tarde. El alumnado, que va desde los doce a los veinte años, llena el aula de formación de Radio Mulher de sus risas, su trabajo y su alegría por aprender.
Llegues a la hora que llegues, encontrarás a jóvenes que preguntan con la intención de saber, de comprender, a la vez que tú vas aprendiendo de ellas y ellos, te dan más que tú das. Van superando dificultades con los pocos medios con los que cuentan. Quieren cambiar el mundo.
La casa de la radio donde trabajan mujeres y la dirigen mujeres se ha convertido en un símbolo, un referente no solo en Bafatá, sino en toda Guinea-Bissau desde hace seis años, a pesar que los hombres de Bafatá -incluso de otras ciudades de Guinea-Bissau- le daban sólo un año de vida. Todo un éxito en un país patrilineal -la mujer vive obligatoriamente con la familia del marido y, en el caso de morir éste, tiene el deber de casarse con el cuñado- y patriarcal.
La mujer tiene que luchar y trabajar cada día por sus derechos y lo hace desde su posición, sin imposiciones de blancas europeas salvadoras. Son ellas, desde su cultura, las que trabajan por la igualdad y la justicia. He visto la evolución de algunas periodistas de la radio digna admiración. Queda mucho por hacer en educación, en derechos de la mujer y la ciudadanía, en general, dónde no, pero lo que sí está claro es que la juventud de Bafatá ha encontrado en Radio Mulher un lugar de encuentro, de formación y superación.
Recuerdo la primera vez que llegué a Bafatá, mi primera impresión al conocer la realidad de África, las ganas de entender las causas de sus problemas, siempre originados por la colonización. Hoy conozco algo mejor la realidad de Guinea-Bissau y este conocimiento me ha permitido reafirmarme en lo anterior y comprobar que la colonización aún no ha terminado. De alguna manera, la explotación y la corrupción colonial están presentes en el país, igual que en el resto de África y en esto tiene mucho que ver el norte global, tenemos que ver todas y todos los que en él habitamos.
Existe en Bafatá, desde hace seis años, un lugar donde se está desarrollando un pensamiento crítico que será el principio de un futuro esperanzador. Sé que es difícil, que el camino es largo, que se dan dos pasos hacía adelante y uno hacía atrás, pero siempre se habrá adelantado camino.