Alfonso García fue de los muchos emigrantes que recalaron en Barcelona en los años 60. Pero regresó, cosa que no muchos hacen, montó una empresa de fabricación de carruajes y un salón de celebraciones, al que le puso el nombre de Los Faroles, andaluz por los cinco costados. Vendió coches de caballos que, aunque muy de aquí, llevan nombres de otros lares, como los phaeton, landó, coupé, peter, grand break... Era carpintero y amante del trabajo artesanal. Ha vendido esos carruajes en Barcelona, Cuenca, Sevilla. Jubilado, dice que regresó a Fuentes buscando la tranquilidad que Barcelona no le daba, pero que ahora aquella tranquilidad se ha esfumado por el tráfico y las colas que hay por todas partes.
Pregunta.- ¿Con qué edad te fuiste a Barcelona?
Respuesta.- Me fui a Barcelona con 16 años con mis padres, mis cuatro hermanas, una de ellas con el novio, dos hermanos más pequeños que yo y tres hermanos casados. Fue en el año 1966. Encontré trabajo en una carpintería muy pronto y allí estuve hasta que mi padre montó su propio taller de carpintería como el que tenía en Fuentes antes de emigrar. Me fui a trabajar con él y mis hermanos. Me comprometí con 18 años, hice la mili a los 21 y me casé con 25. Tuvimos dos hijas y con la edad de 39 años volví al pueblo con mi familia. Aquella vuelta fue en 1989. En total estuve en Barcelona 23 años. Al principio estuvimos dos años en Horta y luego nos trasladamos a Santa Coloma de Gramenet.
P.- ¿Por qué decidiste volver a Fuentes?
R- Porque el trabajo aflojó y vimos aquí más posibilidades de salir adelante. Otra razón fue mis hijas todavía eran pequeñas y era el momento de cambiarlas a una vida más tranquila.
P.- ¿Qué diferencia hay entre el Fuentes que dejaste y el que te encontraste al volver?
R.- La diferencia era bastante grande. Cuando me fui era un pueblo que no tenía urbanizaciones nuevas, aunque el centro era el lugar de paseo de todo el mundo y estaba muy cuidado. Recuerdo que cuando me casé vine aquí para enseñarle el pueblo a mi mujer. Cuando vi la Carrera desde la Puerta del Monte, que de niño me parecía muy grande, me quedé pasmado de lo chiquitita que se veía. Ya cuando volvimos estaba todo más modernizado y, aunque todavía no había supermercados, en los puestos se podía comprar bien. Y su gente se asemejaba un poco más a la de la ciudad, aunque todavía no salían fuera del pueblo lo suficiente. Sobre todo, me di cuenta de que las calles estaban todas arregladas y concretamente había una urbanización nueva, la del Carpio, en la que compramos una parcela. La nuestra fue la primera casa que se construyó.
P.- ¿Qué echas de menos de Barcelona?
R.- De Barcelona no hecho nada de menos. Primero, porque tengo a mi familia aquí y hace ya tanto tiempo que volví que no me acuerdo de nada. En cuanto a la calidad de vida, el pueblo ha cambiado mucho parra bien. Al principio era todo estupendo yo venía de un estrés total en cuanto a circulación, trabajo etc. y aquí había mucha tranquilidad y además era joven. Ahora soy más mayor y las cosas han cambiado. Ahora estamos casi igual que en Barcelona cuando vine. Hay mucha circulación y colas en todas partes. Sobre todo, los desplazamientos a los hospitales son dificultosos porque siempre tienes que usar el coche.
P.- Estuviste 23 años en Barcelona. ¿Qué cambió en Cataluña en esos años?
R.- En esos 23 años que estuve en Barcelona cambió mucho la vida, sobre todo en la economía porque pasamos de encontrar trabajo cuando querías que me impulsó a establecerme por mi cuenta a empezar a decaer la faena y al gustarnos a todos el pueblo decidimos establecernos aquí.
P.- ¿Cómo veían allí a los andaluces?
R.- A los andaluces los veían algunos bien y otros no tan bien. Porque eso es natural de las personas, hay tolerantes y otros no tanto.
P.- Tu esposa cambió su cultura por la nuestra. ¿Cómo fue el cambio para ella?
R.- A mi esposa no le afectó demasiado porque veníamos de vacaciones todos los años y aquí teníamos familia y algún amigo. Piensa diferente, pero empatiza con todo el mundo.
P.- ¿Es la voluntad de independencia como nos la pintan?
R.- Sobre lo que me preguntas sobre la independencia, cuando yo vivía allí no se hablaba de eso, no había problemas en cuanto a la diferencia del catalán o del castellano. Yo hace ya muchos años que no voy a Barcelona para comprobar cómo se vive ahora allí. Solamente voy a eventos puntuales.