Al ser preguntada por el Comisario de la polis sobre cómo van a acabar las mujeres con la guerra y los conflictos que asuelan Atenas, dice Lisístrata que "a la ciudad habría que darle un baño como a la lana y apalearla para que eche a los sinvergüenzas y sacarles los abrojos y a esos que se agregan junto a los cargos públicos separarlos con el cardado. Después, habría que esponjar la buena voluntad común y echarla en un cesto mezclando a los metecos a los extranjeros que sean amigos nuestros y a los que tengan deudas con el Estado también. Luego se hace una gran bola y se teje un gran vestido para todas las gente". Lo que Lisístrata propone es conceder la ciudadanía y derechos a los esclavos libertos, a los extranjeros venidos de otras polis, no desterrar a lo deudores y devolverles sus derechos sin que tengan que servir como esclavos.
Todo esto se clama en una obra del siglo IV A. C. escrita por Aristófanes en el transcurso de la guerra del Peloponeso. En ella, las mujeres de Atenas se ponen de acuerdo con las de Esparta para intentar acabar con la guerra declarando una huelga de sexo con maridos y amantes. Algunos estudiosos, muy serios ellos, han creído ver una burla hacia las mujeres. Yo quiero ver un alegato a su favor, a su manera de amar la vida y la solidaridad. Las mujeres luchan sin armas. Aristófanes quiere hacer oír la voz de las mujeres silenciadas en la sociedad ateniense, en prácticamente todas las polis griegas, igual que en muchos lugares en el siglo XXI.
A pesar de haber transcurrido XXV siglos desde que esta obra fue presentada en Atenas, su mensaje se mantiene vivo. En ella, las propuestas de las mujeres no son tomadas en serio, tienen que recurrir al sexo para ser oídas y son ellas las que deben padecer la pérdida de hermanos, hijos, maridos, amantes y permanecer calladas, sentir vergüenza ante los actos de violencia sexual.
En el siglo XXI ha tenido que ocurrir el horroroso caso de Gisele Pelicot para que, como dice ella, la vergüenza cambia de lado. Aún así, muchos hombres, estoy segura, se consideran a si mismos fuera de los que habrían rechazado la proposición del marido de Gisele, sin plantearse sus comentarios en otras casos, en cómo hablan de las mujeres, en cómo las miran si van vestidas como a ellas les de la gana en su pleno derecho. Incluso nosotras las mujeres nos hemos sorprendido a veces haciendo comentarios sobre otras mujeres que consideramos culpables. Juzgadas desde posturas provenientes de una moralidad personal y supuestamente superior.
Lisístrata se enfrentó a los hombres superando las burlas y la vergüenza. Nosotras tenemos el deber de superar el miedo, la vergüenza y las burlas en el camino a la verdadera libertad, la paz y la igualdad.