La migración de la grulla es un espectáculo natural que alcanza su apogeo al entrar el invierno. Puede disfrutarse en algunos lugares de Fuentes, aunque por poco tiempo. Si ponemos atención, quizás escuchemos su trompeteo en el aire. Y si miramos hacia arriba veremos a gran altura una V formada por aves, los cuellos estirados, las alas batiendo pesadas y ampulosas. El trompeteo anuncia el paso del primer bando de grullas. Gracias a ellas, los amaneceres en los campos de Fuentes son tan especiales. Rumbo a los rastrojos y encinares de Andalucía, avisan de la llegada del invierno.
Verlas y oírlas estos días cruzando los cielos de Fuentes es algo único. Son un calendario natural. Incluso en el trasiego del pueblo, entre antenas, hormigón y ladrillo, esas uves de la victoria nos marcan la llegada del invierno. Su gruir (así se llama su canto) suena a manta y mesa camilla. No hay nada que alegre al que escribe más que verlas llegar. Nada que lo alboroce más contemplar sus bandos celestes camino de las encinas del castillo. Dicen que la curiosidad es el motor de las preguntas, pero también lo puede ser la belleza de una estampa. ¿De dónde vendrán?,¿Quién no se ha quedado maravillado, boquiabierto, observando pasar veloces grandes bandadas de estorninos creando formaciones inverosímiles o viendo una bandada de grullas y alzar el vuelo y teñir el cielo de sus colores?
Llegan las grullas después de un viaje de miles de kilómetros huyendo de las frías temperaturas que asuelan las tierras de cría en el norte de Europa. Las zonas de cultivo resultan perfectas para su alimentación, así que durante el invierno podemos observar a bandos de estas aves alimentándose en rastrojos y pastizales, siempre vigilantes, lejos de nosotros, marcándonos el tiempo. La grulla común cría en zonas pantanosas de Alemania, Estonia, Finlandia, Noruega, Polonia, Rusia y Suecia. Pero a finales del verano estas damas del frío notan que hay menos horas de luz e inician la etapa más fascinante de sus vidas. La Migración.
El sol se desvanece tras el horizonte y las grullas se disponen a pasar la fría noche en la antigua romería. Ver está estampa es un privilegio. Igual que cautivó desde antiguo a hombres de todas las culturas. Las grullas llevan en la Tierra 55 millones de años. Han sido representadas en pinturas rupestres, han dejado huella en la literatura: Homero habló de su canto en la Iliada, Plutarco describió a Teseo bailando como una grulla cuando derrotó al Minotauro y, según la mitología griega, el dios Hermes inventó la escritura viendo las formas que estas aves describían en el cielo.
La migración es muy dura. El 30 por ciento de la bandada no sobrevive, especialmente los más jóvenes. Para ahorrar energía, todos se turnan el mismo tiempo a la cabeza de la formación, el puesto que exige más esfuerzo. Los que van detrás aprovechan el aire que les abre el de cabeza. Es un vuelo solidario en beneficio de la comunidad. También sorprende saber que palabra geranio es una influencia directa de estas aves en el lenguaje. Geranio significa grulla en griego por el parecido de sus semillas con la cabeza de este ave.
Cuando la tarde agota sus últimos rayos de luz y se escucha un lejano trompeteo, miro hacia el cielo y veo remolinos y siluetas en el aire cerca de los chaparros del castillo. Tras un pequeño silencio, del cielo descienden pequeñas formaciones aladas que se disponen a descansar después de toda una jornada buscando sustento. Poco a poco se aprecian con más claridad los cuellos estirados y las largas alas. Las grullas han llegado y con ellas vendrá el invierno.