Hace unos días, cuando Eva Amaral mostró sus pechos en el concierto en Aranda del Duero, pensé en una mujer que en 1919 en el transcurso de una huelga general abrió su blusa mostrando los pechos delante de los guardias civiles que amenazan con sus fusiles a los huelguistas. Esa mujer se llamaba Agustina González, nació y vivió en Granada, la Granada de Lorca al que conoció e inspiró su “La zapatera prodigiosa” y el personaje de Amalia en la casa de Bernarda Alba. Agustina fue fusilada en agosto del 1936 por, entre otros, Juan Luis Trescastro, el mismo que se jactaba de haber asesinado a Federico García Lorca por “maricón”, presumió de haber ejecutado a Agustina por “puta”.
Agustina fue borrada de la historia, o eso pretendían los que la asesinaron. Durante años lo consiguieron, aunque a principio de este siglo una ginecóloga e investigadora de su figura, Enriqueta Barranco Castillo, ha conseguido rescatarla investigando su figura y publicando su biografía en 2019. Por ella sabemos que fue la mujer de la que Lorca habla en su obra "La zapatera prodigiosa".
El padre de Agustina tenía una zapatería y ella misma era conocida en Granada por Agustina la zapatera. Gozaba de una cierta independencia económica que le permitió viajar y poder vivir de la forma que quería: libre. Una libertad que conquistó con mucho esfuerzo y enfrentamientos con su familia. Desde pequeña fue una lectora voraz que se interesaba por todo. Sin embargo, su familia no veía con buenos ojos aquella afición de Agustina. Ella se negaba a tener que pedir permiso para la dejarán hacer su propia vida. Había tomada por rara, cuando no por loca. Ese calificativo de loca lo arrastró toda su vida. Para muchos granadinos no dejó de ser toda su vida una loca extravagante.
Para poder gozar de la libertad que veía en sus hermanos y que ella no tenía, se disfrazaba de hombre para salir y vivir la noche granadina. Defendía ideas que se salían totalmente de la norma imperante, la criticaban por entrar a los cafés sola. Fue una avanzada a su época, creó y fue la primera presidenta de la Asociación Feminista Socialista de Granada, escribió libros, pintó cuadros que desaparecieron cuando los golpistas requisaron y vaciaron su casa. Incluso llegó a crear un partido político, el Entero Humanista, con una praxis tan diferente al resto: defendía el vegetarianismo, la ley de acción y reacción del karma, la reencarnación de las almas, un lenguaje único universal, una moneda única en Europa. Una visionaría en muchos aspectos.
Agustina González vivió en una sociedad patriarcal que pretendió hacer de ella una mujer sumisa y obediente, se rebeló y esa rebeldía la pagó con la vida. Es de justicia recordarla en este agosto, mes de 1936 en el que fue asesinada (no se sabe el día, solo que estuvo en en barranco Víznar, el mismo donde asesinaron a su amigo Federico García Lorca). Agustina González López, la zapatera prodigiosa.