La sequía asoma las orejas por los grifos de Fuentes. Ha ocurrido la semana pasada. Durante dos o tres días el agua sabía a demonios, hubo quejas y los responsables del suministro corrigieron el defecto añadiendo más carbón activo durante el proceso de depuración. Ha sido un aviso de lo que puede venir si a lo largo de este otoño los registros no suman al menos una media de 300 litros por metro cuadrado. El origen del mal sabor del agua fue un incidente ocurrido en el llenado del tanque previo a la depuración, que removió el fondo. El agua que consume Fuentes ya no viene del Retortillo, sino del Bembézar, cuyo sabor es peor y exige mayor tratamiento potabilizador.
El mal sabor de la semana pasada hizo que la población dejara de consumir agua del grifo de forma generalizada y incrementó la venta de garrafas y botellas en los comercios de Fuentes. En la cooperativa, que normalmente vende un palé de garrafas cada tres días, pasó a vender dos palés al día, dos mil litros. Sin embargo, el ingeniero del consorcio, José Antonio Linares, asegura que en todo momento el agua ha sido apta para el consumo humano. "Ha habido un problema de sabor, pero no de mala calidad", afirma. Han hecho análisis tanto Aqualia como el consorcio y la Junta de Andalucía, sin que ninguno haya encontrado elementos que desaconsejen su consumo.
La corrección se hizo en cuanto hubo las primeras quejas (procedentes de Fuentes, Marchena y Arahal) y si el mal sabor permaneció más tiempo fue por el contenido de la extensa red de suministro. Lo que apuntan desde el consorcio de aguas es que el incidente puede ser un anuncio de lo que venga de aquí en adelante si persiste la sequía. En los pantanos, el agua se deposita en estratos y en este momento se está utilizando uno de los más bajos. Es decir, de los más cercanos al fondo y en contacto con los lodos, lo que obliga a extremar el tratamiento de depuración y eliminación de olor y sabor. "Lo ocurrido es una nimiedad si tenemos en cuenta el volumen de lo que le estamos quitando al agua antes de distribuirla", dice Linares.
El Retortillo dejó de estar en condiciones de suministrar agua para consumo humano hace seis meses, cuando le quedaban seis hectómetros cúbicos. Las lluvias de hace dos semanas, que dejaron 30 litros por metro cuadrado en Constantina, le han aportado apenas medio hectómetro. El Bembézar está algo mejor: quedan en este momento 30 hectómetro cúbico, agua para asegurar el suministro urbano aproximadamente un año si no lloviera nada en otoño. Está al diez por ciento de su capacidad. En caso de emergencia queda la opción de bombear agua del Genil en Écija. La esperanza es que llueva, aunque sea para prolongar otro año y seguir soñando con verle el final a esta larga pesadilla de sequía. Mientras, el consorcio de aguas del plan Écija seguirá "haciendo el milagro" diario de llevar el agua a la casa de los fontaniegos.