En 1757, el término municipal de Fuentes tenía 11.403 fanegas de tierra, según el catastro realizado a raíz de la reforma impulsada en toda España por el marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI. El fin perseguido por Ensenada era aumentar los fondos públicos, aliviar a los contribuyentes y evitar los abusos de los arrendadores de impuestos, reducir los gastos cortesanos y los tributos onerosos que tan odiados eran por el pueblo.
Ensenada puso en orden el régimen contributivo y preparó las bases del futuro catastro, en el que se sustentaría el nuevo sistema de impuestos. Hasta entonces, los españoles pagaban gran diversidad de impuestos, los cuales podían dividirse en nueve clases: patrimonio real, rentas eclesiásticas, impuestos pagados por la nobleza, rentas provinciales, que constituían el principal ingreso de la corona y gravaban a las 22 provincias del reino de Castilla, rentas Generales, rentas diversas, rentas especiales a determinadas provincias y rentas de las indias.
El intento de Ensenada fue encaminado a establecer una contribución única y acabar con la complicada red de los impuestos que impedían la prosperidad de la agricultura y de la industria en las 22 provincias del reino de Castilla. Para poder llevar a cabo esta medida se hizo imprescindible realizar una valoración y un catastro de todas las riquezas del país. Ensenada puso las bases para el futuro catastro y casi duplicó las rentas del reino, que si en 1748 habían sido de 53 millones de ducados (583 millones de reales), en 1754 alcanzaron la cifra de 90 millones (990 millones de reales).
El catastro de los reinos de Castilla y León fue realizado siguiendo el modelo del catastro realizado en Cataluña. La confección del catastro se basaba en tres hechos fundamentales: respuestas de los juristas y peritos, relaciones dadas por los vecinos y comprobación pericial de lo declarado. Los datos así obtenidos se anotaban en dos libros diferentes que contenían la riqueza real y la personal. El primer libro duplicado contenía la riqueza real correspondiente a los eclesiásticos y a los seculares. El contenido de dicho libro se leyó a todos los vecinos para que pudieran presentar las oportunas alegaciones y modificaciones o denunciar las ocultaciones producidas. El segundo libro, denominado personal, contenía a los labradores, artesanos, menestrales y jornaleros, así como a vecinos que podemos denominar rentistas por obtener sus emolumentos de las rentas de la nobleza o del común.
Esta reforma debía concretarse, en el caso de Fuentes, en un nuevo catastro. Para ello que fueron nombrados como jueces Juan Antonio del Río, corregidor, y Juan Antonio de Castañeda, administrador de rentas provinciales. Los datos para el nuevo catastro fueron recabados a través de Miguel del Corral, alguacil mayor; Andrés de Vargas, regidor; Diego Fernández Caro, escribano del cabildo, y Sebastián González Fariñas, vicario de la villa. Ellos fueron, junto a otros vecinos importantes (Alonso Pilares, Sebastián Camuñas, Juan López Gallegos y Juan Muñoz) los que pronunciaron y relacionaron los datos relativos a la villa de Fuentes. El resultado de aquel catastro fue el siguiente:
La villa de Fuentes, señorío perteneciente al conde de Torralba, que no cobraba a los vecinos derechos de vasallaje, poseía un término municipal casi cuadrado, salvo una lengua de tierra que se introduce en el término de Carmona, ya que de levante a poniente medía una legua y media y de norte a sur legua y cuarto, siendo su perímetro "por hacer una lengua contra el término de Carmona", 4 leguas.
Limitaba al sur con el término de la villa de Marchena, al oeste con el de la ciudad de Carmona, al norte con el de la villa de La Campana y al este con los de Écija y la Monclova. Las tierras de su término eran de regadío y de secano. Estas últimas se dividían en tierras de calma, es decir, para sembrar semillas, viña, olivares, pastos, monte alto y monte bajo. Ninguna de sus tierras daba dos cosechas al año, "pues lo regular es producir su fruto anual", incluyendo las tierras del ruedo. Lo más común era dejar un año de descanso a las tierras, aunque algunas había que tenían que descansar dos años y otras que eran estériles y no producían nada.
En cuanto al plantío destacaban el olivar, encinas, moreras, higueras, cañaveral, álamos, naranjos, granados y membrillos. Las medidas usadas en el pueblo eran la fanega para las tierras de secano y la aranzada para las heredades de viña y olivo.
La calidad de las tierras estaba determinada tanto por la cantidad de simiente que se sembraba en ellas como por la cosecha que se recogía. Las tierras del ruedo, en las que únicamente se sembraba cebada, se empanaban cada fanega de tierra con 6 fanegas de grano; mientras que en las tierras de primera calidad, que producían con un año de descanso, se empanaba cada fanega de tierra con fanega y media de trigo o 2 de cebada o una fanega y una cuartilla de habas o una fanega de garbanzos o 9 celemines de yerros o una de alberjones; sin embargo, la fanega de tierra de segunda categoría se empanaba con 14 celemines de trigo, 2 fanegas de cebada, o una de habas.
El término de Fuentes tenía 11.403 fanegas de tierra de las que:
a) 4.603 eran de secano de sembrar: 293 de buena calidad, 1.895 de mediana calidad y 2.415 de inferior calidad
b) 5.604 eran baldíos de pastos, monte alto y monte bajo de palmares: 1.650 de monte alto, 2.954 de monte bajo, que se aprovechaban de pastos y 1.000 eran estériles
c) 20 eran viñas, que constituían 25 aranzadas. Todas de inferior calidad.
d) 1.172 eran olivares que formaban 1.465 aranzadas: 622 de buena calidad y 550 de mediana e inferior
e) 4, de huertas de buena calidad.
Las tierras de nuestro término producían trigo, cebada, habas, garbanzos, yerros, alberjones, bellotas, aceite, higos, naranjas, granadas, membrillos, miel, cera y mosto.
Por su calidad las tierras producían:
* La fanega de tierra del ruedo rentaba anualmente 180 reales.
* La fanega de primera calidad: 12 fanegas de trigo o 20 de cebada o 10 de habas o 5 de garbanzos o 8 de yerros o 10 fanegas de alberjones.
* Las de segunda calidad producían: 8 fanegas de trigo o 15 de cebada o 7 de habas.
* Las de inferior calidad: 5 fanegas de trigo o 10 de cebada o 4 de habas.
* La aranzada de tierra de hortaliza rentaba 250 reales de vellón.
* La aranzada de viña producía 25 arrobas de mosto.
* La aranzada de olivar daba productos según la calidad de las tierras: las de 1ª calidad, 7 arrobas de aceite; las de 2ª calidad, 5, y las de inferior calidad, 3 arrobas.
* Los árboles frutales, por otro lado, daban cosechas que por término medio valían: cada naranjo, 6 reales; cada higuera, 10 reales si es de 2 frutos y 8 reales si es de uno; cada membrillo o morera, 4 reales; cada granado o manzano, 5 reales, y los demás árboles frutales, 1 real de vellón.
El valor de los frutos de las producciones era: una fanega de trigo valía 15 reales; una de cebada, 9 reales; una de garbanzos, 22 reales; una de yerros, 15 reales; una de alberjones, 10 reales; una de habas, 11 reales; una arroba de mosto, 2 reales, y una arroba de aceite, 11 reales.