El pasado día 10 la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumplía 75 años desde que fue proclamada por la asamblea general de las Naciones Unidas en Paris un 10 de diciembre del año 1948. Aún faltaban 7 años para que España ingresase en ese organismo mundial, el 14 de diciembre de 1955. Este tiempo ha permitido que se adopten más de 70 tratados de derechos humanos, que se aplican de forma permanente en la mayor parte de los países y regiones del mundo. Pero a pesar de todo aún falta mucho camino que recorrer para que la Carta de Derechos Humanos se aplique en todos los lugares del mundo y sus gentes se vean protegidas.
Hay lugares de la Tierra en los que las guerras originan un constante incumplimiento de la declaración universal. Si analizamos la guerra de Ucrania, donde el ejército ruso ha bombardeado constantemente barrios enteros de ciudades alejadas de los centros militares, desde el primer momento se vio conculcado el artículo 3 de dicha Declaración: “Todo persona tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad”. ¿Cuántas personas, incluidos niños, han perdido la vida por las bombas que caían en sus casas; cuántos enfermos se han visto obligados a trasladarse de un hospital a otro por culpa de esa bomba que destrozaba parte del que estaba recuperándose de su enfermedad o de sus heridas causadas por otra?. Y junto a ello, la hipocresía de los dirigentes invasores que claman a los cuatro vientos que sus acciones se ajustan a las leyes de guerra.
El 7 de octubre se produjo un atentado terrorista en Israel por parte de la organización palestina Hamás, que mató a más de 1.400 personas en sus casas, en un festival de música y en las calles y tomaron como rehenes a 239 civiles y soldados judíos. Israel, en represalia, sin asumir el error de sus sistemas sofisticados de inteligencia y defensa, emprendió una terrible guerra contra el pueblo palestino, al que subyuga desde hace más de 75 años, los mismos que cumple la Declaración de Derechos Humanos, atacando barrios civiles en las ciudades, hospitales, escuelas y obligando a la gente a desplazarse hacia el sur. No les permite salir del territorio de Gaza e impide la entrada de ayuda humanitaria para la población civil. Eso hace que, además de los más de 19.000 muertos, cuando estoy escribiendo, por efecto de las bombas se deben contar los fallecidos por falta de asistencia sanitaria, hambre o enfermedades contraídas al tener que beber agua no potable, según describe un médico perteneciente a la ONG Médicos sin Frontera.
Ante la pasividad de lo gobiernos y organismos mundiales, ONU, UE, Israel no sólo vulnera los Derechos Humanos de los palestinos -lleva muchos años haciéndolo- sino que no ha tenido en cuenta ni respetado las leyes internacionales de la guerra. En todas las guerras se producen actos contra los derechos humanos, porque cada pueblo y nación debe ser libre a la hora de decidir sus destinos, pese a quien le pese.
Podemos enumerar Ucrania, en Palestina, en Sudán y en otras partes del mundo. Allí, la pasividad de las naciones más poderosas frente a las crisis climáticas que cada vez afecta a más territorios y por consiguiente a más población que se ve abocada a las hambrunas periódicas. También ocurre con el creciente poder que han adquirido en los últimos años ciertas empresas que, con sus acciones de enriquecimiento, dirigen los destinos de los pueblos. O las desigualdades de los pueblos del planeta, la violencia contra las mujeres y personas en situación de pobreza extrema. Y la persecución contra las personas que defienden los Derechos Humanos. Todo eso hace urgente que todos nos pongamos las pilas y sigamos defendiendo con nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra forma de comportamiento los derechos frente al negacionismo de algunos.
La Declaración de los Derechos Humanos no puede quedar en papel mojado o en un documento arcaico, que pase a la historia. Por eso es fundamental que los estados y organismos mundiales tomen medidas conducentes al respeto de los derechos humanos y denunciar ante los organismos de justicia internacional las violaciones de estos derechos. No deben quedar pasivos ante declaraciones que, como las del primer ministro Israelí hacia contra el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, por sus denuncias contra la cruel guerra en Gaza.
Sirvan para terminar las palabras de la secretaria general de Amnistía Internacional para hacernos tomar conciencia sobre nuestros derechos: “La Declaración Universal de los Derechos Humanos es una inspiración para la gobernanza global sobre la que debemos volver cuando pensemos en la escasez de liderazgo mundial. Pero al mismo tiempo, y aunque continúa sirviendo de referencia, exige un nuevo contrato social, y nos desafía para los retos a los que nos enfrentamos hoy en día”.