Como tantos y tantos fontaniegos, Pepe Demans se fue de Fuentes a Barcelona, con sus padres, en octubre de 1974. Allí, el horizonte del futuro no estaba cubierto de nubarrones como el de Fuentes. Como tantos y tantos fontaniegos, Pepe Dermans tomaba el camino de regreso cada verano. Como un ave migratoria, tenía que recargar el alma de recuerdos, olores, sabores… Emociones y sentimientos, en definitiva. Como tantos y tanto fontaniegos, durante todos aquellos años Pepe Demans soñó que un día volvería definitivamente. Y como pocos, muy pocos fontaniegos, Pepe Demans hizo realidad aquel sueño.
Pregunta.- Pepe, hace siete años que volviste a Fuentes. ¿Asentado ya?
Respuesta.- Si, me marché porque mis padres buscaban más calidad de vida y ahora mi vuelta ha sido voluntaria, porque he querido por mí y por mi madre. Podría haber seguido viviendo allí, pero decidí venderlo todo y venirme. Completamente asentado y feliz de estar aquí.
P.- Te fuiste de Fuentes muy joven. ¿Qué recuerdos tienes de Fuentes?
R.- Mis recuerdos de niño son de la escuela, de mis amigos, de mis juegos en la calle. Sobre todo, en verano, como cualquier niño de aquella época. Me acuerdo de cuando iba al campo con mi primo.
P.- ¿Qué dejaste atrás cuando te fuiste?
R.- Dejé a mis abuelos, a mis primos, a mis amigos del colegio, a los vecinos de la calle. Principalmente dejé atrás a personas que formaban parte de mi vida.
P.- ¿En Barcelona qué encontraste?
R.- Fue un cambio muy fuerte, radical. Desde la forma de hablar, a las diferentes costumbres de allí, aunque como era muy joven me habitué rápidamente a todos los cambios. Es ley de vida. Te adaptas para salir adelante.
P.- Entonces ¿entraste con buen pie?
R.- Sí, la verdad es que pronto encontré buenos compañeros que me facilitaron el cambio. Mi estancia en Barcelona fue muy llevadera, tuve un recibimiento muy bueno y nada traumático.
P.- ¿Qué diferencia hay entre el pueblo que dejaste y el que has encontrado?
R.- En general, los cambios han sido positivos. Fuentes ha mejorado en todos los ámbitos. En estos cuarenta años que van de mi infancia a mi madurez los cambios han sido muy grandes. Como nota negativa criticaría, desde mi punto de vista, el abandono que ha sufrido el centro de Fuentes, donde hemos dejado que se perdiera el ambiente que había de bares, los paseos, la discoteca…
P.- ¿Qué tiene Barcelona que no tenga Fuentes?
R.- Como la gran ciudad que es, Barcelona tiene un museo al aire libre en su arquitectura modernista, única en España, además de una oferta cultural y de ocio enormemente variada.
P.- Y al revés ¿qué tiene Fuentes que no tenga Barcelona?
R.- Fuentes tiene de bueno, sobre todo, a su gente, que es como una gran familia. También tiene la tranquilidad. A diferencia de allí, aquí el tiempo pasa más despacio, la gente es más amable, más cercana. Aquí se respira aire más sano. El clima es mejor, aunque más caluroso. También tenemos campo al lado. Sobre todo, puedes ir andando a todos lados. En cambio, allí tengo a mis amigos...
P.- ¿Cómo se vive allí el fenómeno independentista y cómo se ve desde aquí?
R.- Como ya llevo aquí siete años y he ido de visita tres veces, no soy el más indicado para opinar sobre cómo se vive allí el independentismo. Pero hablo a menudo con amigos y familia, así que puedo decir que aquí hay una visión muy equivocada de lo que allí ocurre. Siempre hablo en general y por mayoría. La gente vive el día a día con normalidad y no se percibe mal rollo ni disputas. Es todo política y la gente, con los problemas que tiene en el día a día, no está para tonterías. Siempre hay excepciones, claro. Desde aquí, en la distancia y con tantos medios de información y comunicación, a veces se desinforma más que otra cosa. En el fondo es como allí, aunque mucha gente se lo toma con ironía y broma.