Claro, conciso y concreto. Sin pelos en la lengua. Directo. Y al que no le guste, que se aguante. Puede ser que Miguel Caro "Margarito" no esté entre los que mejor se expresa hablando, pero sí es de los que mejor piensa. Sensible, sincero, generoso, ingenioso. ¿Qué más se le puede pedir a un hombre? Ah, sí, trabajador como pocos. Con trece años se fue a Francia a vendimiar y se va a jubilar después de 45 años trabajando con el mismo patrón y siendo uno de los que más sabe de cómo hay que tratar una viña. Estos días está en Fuentes porque ha venido a vacunarse. El hombre más famoso de las murgas de Fuentes no podía dejar de ser crítico con el presente y el futuro del pueblo.
Pregunta.- Bonjour, monsieur Margarito. Comment ça va?
Respuesta.-Ça va bien. Yo llevo 45 yendo a Francia, pero no he aprendido francés. Lo entiendo un poco, pero hablarlo, no. El que habla español es mi patrón, con el que llevo trabajando todos esos años. Él me pregunta "¿esto cómo se dice en español?" y yo le digo, "en español no sé, pero en andaluz se dice así". Y ahora habla un andaluz más cerrao que si fuera de Fuentes.
P.-¿Cómo es la vida en Francia?
R.-Buena, mejor que en Fuentes. Mi patrón no es rico, pero no le falta de nada. Sólo tiene 35 hectáreas, pero vive mejor que otros aquí con 200. Tiene tres tractores, uno para cada apero, al revés que aquí, donde los patrones tienen tres aperos para un tractor. Y en cuanto al trato, me da vergüenza decirlo, pero los patrones franceses nos tratan 20 veces mejor que los de Fuentes. Yo gano 90 euros al día y el patrón me da casa, coche y gasolina. ¡Vamos, lo mismo que aquí! En Fuentes ahora se puede vivir, eso hay que reconocerlo, pero para vivir bien hay que irse a Francia.
P.- Dicen que durante todos estos años, tu casa ha dado más empleo que el INEM.
R.- Mi mujer dice que la casa parece una oficina del INEM. Yo habré mandado a trabajar a Francia a sesenta o setenta fontaniegos. Allí estoy con mi mujer, con mi hija y con mi yerno y cuando estoy aquí me considero un privilegiado porque el trabajo en Francia me ha permitido hacerme en Fuentes una buena casa, tener un campo y un buen coche, cosas que trabajando aquí no habría conseguido nunca. Ya no tendría que irme porque tengo suficiente, pero aquí sólo se vive al día.
P.- Suele ocurrir que el emigrante, después de tantos años fuera, se quede a medio camino. ¿Dónde te sientes mejor?
R.- Si te digo la verdad, Francia me tira mucho cuando estoy en Fuentes y Fuentes me tira cuando estoy en Francia. Ya tengo más raíces allí que aquí. Fuentes me tira, pero no como debería. En Francia tengo muchos amigos y en Fuentes cada vez que vengo me aburro más. Cuando me jubile, que ya me falta poco, compraré unas cabritas y me dedicaré a estar tranquilo en mi recreo. Y podré dedicarme al carnaval, claro que sí. Pero te lo digo de corazón, no acabo de encontrarme a gusto en Fuentes.
P.- ¿Qué le falta a Fuentes?
R.- A Fuentes le falta que la gente mire menos al vecino de reojo y más al futuro. Si el vecino compra un coche de dos millones, yo uno de tres. La gente vive de la calle para fuera. Aquí, si uno idea algo nuevo lo primero que hace todo el mundo es decir que está loco. Luego, si le va mal, lo machacan y se cachondean de él. Y si le va bien, todo el mundo lo imita y entonces hunden el mercado. Y de trabajar, cuanto menos, mejor. Así no hay quien levante cabeza.
P.- Cómo se ve Fuentes desde Francia?
R.- Me da mucha pena ver ese polígono del cruce abandonado. Hay que salir fuera para darse cuenta de lo que podría ser Fuentes y no es. La culpa es de quienes mandan. Mira Cañada Rosal, donde hay talleres de todo y sus vecinos no tienen que verse obligados a emigrar. Ha tenido alcaldes preocupados por su pueblo y gente inquieta. Aquí da pena ver los bares llenos de hombres a todas horas. ¿De qué vive esta gente, de dónde saca el dinero para tener coches de tres millones de pesetas? Del paro, la peoná, el empleo comunitario y el ayuntamiento. Siempre a lo que diga el manijero, hoy trabajas, mañana no. El trapicheo. Hay demasiada resignación y poco proyecto de futuro.
P.- Como emigrante que eres, ¿qué piensas cuando algunos acusan a los inmigrantes de quitarles el trabajo?
R.- Que eso es una barbaridad. El emigrante no te quita el trabajo. Si te lo quita alguien es el patrón, que es quien decide pagar la mitad del salario a los rumanos. Lo fácil es echarle la culpa al débil en vez de enfrentarse al poderoso.