Comparar a Joaquín Sabina con los Estopa es como comparar el jamón pata negra con la mortadela. De acuerdo. Pero hay quien prefiere la mortadela, qué le vamos a hacer. O digamos que hay quien prefiere la otra cosa, lo que no está en el montón. Ser diferente, no sé, siempre hay un contreras, uno al que le gusta la porfía. Cuando todos piden pata negra hay que admitir que haya algunos que elijan la mortadela. De todo tiene que haber en la viña del señor. Viene todo esto a cuento de que en Fuentes hubo en los años setenta y ochenta una corriente sabinista, sabinero o como quiera que se les llame a los amantes de la música de Joaquín Sabina.

Esa corriente quedó plasmada en un grupo de ex alumnos del colegio de la Estación, especialmente del curso 1979-80, del que forma parte gente como Manuel León el Negro, Manoli Barcia, Nati Pérez Escobar, Joaquín Muñoz, Chari Muñoz, Rafi Elena y Juan José Medrano, entre otros. Los Estopa no podían haber tenido éxito entre la juventud de la época en Fuentes por la simple razón que de este grupo surgió veinte años más tarde, pero a algunos nos gustaban sus canciones y, sobre todo, nos gustaba chinchar a los sabinistas en el grupo de wasap que creamos en 2015. Preferíamos la mortadela, por decirlo con las palabras usadas en aquel grupo por Juan José Medrano.

Dice la tradición que la Navidad es fecha propicia para el reencuentro, la vuelta del hijo pródigo, la reunión familiar -cuñados incluidos- la nostalgia por los momentos vividos con los viejos amigos y, por qué no, la cita con los antiguos alumnos de la escuela de la Estación. En esto de los reencuentros, las redes sociales tienen mucho en común con la Navidad. Las redes propician inesperados hallazgos como el de aquel compañero de escuela o de mili del que no se tenía noticia desde tiempos inmemoriales. Bueno, no tanto tiempo, pero sí desde que nos licenciamos, de lo que al menos uno ya casi no guarda memoria. Otras veces se topa uno con la primera novia o con el profesor aquel que daba tirones de pelo cuando te sorprendía copiando en un examen. ¿Qué decirle ahora a través del Facebook?

No teniendo nada mejor que inventar, a Manuel León y Nati Pérez Escobar se les ocurrió en la feria de 2015 la brillante idea de formar un grupo de wasap con antiguos alumnos de la escuela de la Estación. Teníamos ya alrededor de los 50 años. Manoli Barcia actuaba de “ideóloga” los narradores principales fueron Joaquín Muñoz, Juan José Medrano y Rosalía. En el grupo hacía falta alguien con memoria de elefante y reclutaron a un tal Monolo Arropía, el lector disculpe la inmodestia del que escribe. Así fue cómo los alumnos de la escuela de la Estación volvieron a meter un postrero gol a los de la Puerta del Monte, que seguían sin grupo de wasap. La Estación, siempre por delante en innovación.

La consecuencia lógica de aquel invento del Negro y la Nati era reunir a los ex alumnos en una fiesta que tendría como escenario, cómo no, el paseíto San Fernando, cosa que ocurrió apenas unos meses más tarde. Aunque no era Navidad, sino octubre, había hambre de reencuentro 36 años después de haber abandonado las aulas de la Estación. Por los años transcurridos y por la lejanía de los emigrados, el caudal de la emoción puede que fuese visible ladera abajo por el paseíto como una enorme catarata de añoranza por el tiempo pasado. ¡Profesores y alumnos juntos! Era evidente que el espíritu navideño va mucho más allá del 25 de diciembre y que trasciende los límites constreñidos de la familia.

Luego pasó lo que suele pasar en las reuniones navideñas, que aparecen las diferencias, los viejos agravios escondidos, los cuñados, el aburrimiento, la desgana. En fin, que cada mochuelo tiende a buscar su olivo porque el amor dura lo que dura. A veces, lo mismo que un caramelo en la puerta de un colegio. O cuando la emoción deja paso a las discrepancias. No es posible comparar a Joaquín Sabina con los Estopa, pongamos por caso. Pata negra contra mortadela. La música de Sabina arrasa entre los ex alumnos de la Estación. Culturetas talludos. La poesía de las letras, el mensaje. Malditismo en vena. Benditos malditos. A uno le gusta más Estopa, aunque sea por llevar la contraria. Como en aquellos años había quien prefería a los Beatles y quien se volvía loco por los Rolling Stones.

Tanto dieron la lata con Sabina, que uno acabó leyendo la vida del cantautor jiennense para saber que durante los últimos años de la dictadura estuvo exiliado unos años en Londres, que su padre, comisario de policía, recibió la orden de detenerlo y que fue okupa en París. Pero las letras de los Estopa seguían siendo más sencillas de entender y la música más moderna que la de Sabina. En fin, aunque no se reconozca como el Dylan español, ni héroe en las barricadas, ni profeta del vicio, Sabina es más aburrido que los Estopa, cuyas letras son más facilitas para uno que fue alumno del colegio de la Estación. Como aquella que dice:
“Era una tarde tonta y caliente
De esas que te quema el sol la frente
Era el verano del 97
Y yo me moría por verte
Mi única idea era camelarte
Era llevarte a cualquier parte
Yo ese día tocaba en el bar sin nombre
Y allí esperaba encontrarte”.

Navidad, dulce Navidad para el reencuentro, con jamón pata negra o con mortadela. Con los amigos de la escuela y con los recuerdos que nos acompañarán siempre por más que cada cual haya tomado el rumbo de su vida, escuche a Sabina o a los Estopa, a los Beatles o a los Rolling, a Manolo Escobar o a Carmen Sevilla.