No ha habido mejor cantaor en Fuentes que Zacarías. Conocido como "Niño de Fuentes", Zacarías dejó grabados cinco discos. Dentro del flamenco, cantaba de todo, pero lo suyo eran los fandangos. Murió el 11 de abril de 1996. Para los aficionados al flamenco, 25 años sin Zacarías son muchos años. Fue el mejor y me atrevería a decir que el único cantaor de Fuentes. Por un mes no llegó a los 81 años y la voz le acompañó, aunque con otros tonos, hasta el final de sus días. El nombre del cantaor era José Navarro Carrero, aunque todo el mundo lo conocía como Zacarías o el "Niño de Fuentes".
Es difícil encontrar alguien en Fuentes con cierta edad que no conociera a Zacarías, pero puede que este artículo sirva para que a los jóvenes les pique la curiosidad por saber que nuestro pueblo dio a uno de los buenos cantaores de flamenco de su época. Un cantaor que se midió con figuras del tamaño de Juanito Valderrama, Canalejas, el Niño la Huerta o Pepe Marchena, cuyos pasos siguió hasta que, como dijo en una ocasión, decidió volar por su cuenta: "elegí cantar mis propios cantes, transformando mis fandangos haciéndolos grandes".
Es posible que Zacarías no llegase más arriba en el escalafón del cante por su negativa a aguantar los caprichos y desaires de los señoritos que formaban el público habitual en muchos de los tablaos de la capital. No por falta de facultades ni por falta de arte, que le sobraba para haber grabado no cinco, sino cincuenta discos. Pero era orgulloso, incapaz de agachar la cabeza. Dicen algunos que su carácter era algo agrio, puede que demasiado serio para la gente que rodeaba al flamenco en aquellos años de privaciones y humillaciones.
Los inicios no fueron fáciles para Zacarías, como nada lo era en aquellos tiempos. Había nacido en Fuentes el 12 de mayo de 1915. Con apanes ocho o diez años ya entonaba cantes de levante aprendidos de su padre montado en una yegua en las labores del campo. Una vez dominados los cantes de levante se atreve con las saetas que también le enseña su padre, gran aficionado al cante, aunque sin la voz del hijo. Inquieto, decidido, tiene ocasión de salir del campo colocándose en la barbería que Mamurcia tenía junto a la plaza de abastos. Pero de barbero duró poco, a penas tres o cuatro años.
La oportunidad de su vida le llegó por medio de unos fontaniegos que se fueron a hacer la mili a Madrid. Contaron a un pariente en la capital que en Fuentes había un chiquillo muy gracioso y que cantaba muy bien. Poco después, el padre de Zacarías recibió una carta pidiéndole que le mandara al niño a Madrid, para lo que la familia tuvo que vender unos cerdos para comprarle al chavalillo un traje y una maleta. Era el año 1934 cuando iba Zacarías, que apenas levantaba un palmo del suelo, len busca de un pariente lejano y decidido a la aventura de hacerse artista flamenco nada menos que en la capital de la España republicana. El padre le había enseñado una fotografía de su pariente por si se perdía en Madrid.
Y triunfó, claro que triunfó. De inmediato. La primera actuación, como aficionado, la tuvo ante los micrófonos de Radio Madrid. Los diez duros que le pagaron por aquella actuación le dieron alas para subirse a una nube de la que le costó tiempo bajar. De la mano de su pariente fue recorriendo escenarios y fiestas flamencas hasta dar con un representante que le abrió las puertas de la discográfica Regal, con la que grabó dos discos de pizarra ese mismo año de su llegada a Madrid, 1934. El ascenso fue fulgurante porque un año más tarde, 1935, ficha por La Voz de su Amo, la principal discográfica de la época, con la que grabó otros tres discos. Eran discos sencillos, de dos cantes por cada cara.
Pero en Madrid salían pocas actuaciones. El Madrid de aquellos tiempos no tenía la afición flamenca que tuvo muchos años después. Aunque el Niño de Fuentes se reunía con varios cantaores que iban a cantar al Charco de la Pava, una venta a la que acudían cuatro señoritos con dinero. A Zacarías aquello le revolvía las tripas. Unas noches ganaba poco o nada y sólo de tarde en tarde sacaba veinte o treinta duros. Fue entonces cuando lo contrata la compañía de La Niña de la Puebla y Juanito Valderrama. Recordando aquellos años, Zacarías decía "iba de relleno en su espectáculo y me pagaban 12 duros por función", lo que no estaba nada mal para un cantaor que acababa de aterrizar en Madrid.
En julio de 1936 llega el golpe de estado y, con él, el desgarro de muerte y dolor. Durante la guerra hizo algunas actuaciones en Jaén y gracias a los sindicatos. Cuando acaba la guerra incivil Zacarías interviene en diez funciones con Pepe Marchena, uno de los grandes del momento. Y cantan en el cine Galindo de Fuentes. También en Sevilla, en el teatro Olimpia. Luego encadena 25 funciones en treinta días junto a Canalejas de Puerto Real y El Niño de la Huerta. Sobre 1946 canta en el circo Price, junto con los cantaores del momento, El Niño del Museo, El Niño León, Canalejas, Pepe el Culata, Pepita Caballero... Le tocaban a la guitarra nada menos que el Niño Ricardo y el Niño Sabicas.
Escuchaba y aprendía lo mejor de cada cantaor. "En las reuniones con los grandes aprendí mucho", contaba. La escuela Europa de Sevilla era la más grande. Allí se juntaban los mejores cantaores del momento: El Niño de la Calzá, Niño Aznalcóllar, Niño Gloria, Antonio Mairena, que entonces empezaba, La Pompi... Más de una vez, Zacarías reconoció haber "bebido de esas fuentes, aunque yo era marchenistas, un enamorao de su cante". El Niño de Fuentes domina ya todos los palos.
Hasta que un día Pepe el de la Matrona le dijo “Fuentes, tú tienes condiciones para cantar todas las clases de cante, y pa remedar a Pepe Marchena hay que estar loco". Era el impulso que Zacarías necesitaba para lanzarse a volar por su cuenta. Y a partir de ahí hizo suyo y engrandeció todo lo que interpretaba. Luego debutó en el Monumental Cinema de Madrid, en Fuencarral y en Cuatro Caminos. Contaba el cantaor que no había un momento para el descanso. Fueron los mejores años del cantaor fontaniego. "De allí nos fuimos a Zaragoza y después hicimos una turné de 25 actuaciones que incluía Barcelona y toda la parte del levante, para acabar en Málaga en 1948".
Más tarde, sobre los años cincuenta, Juanito Valderrama lo contrató para una veintena de funciones en Málaga, actuaciones que alternaba con viajes a Madrid. Decía Zacarías que aquellas actuaciones de Madrid "eran muy duras aguantando a borrachos y a señoritos, o peor, a señoritos borrachos". Con el flamenco se ganaba muy poco dinero. Por eso, cuando veían a un señorito iban todos detrás de él para ver si pillaban una copa y una tapa. "Estaban todos esmayaos", relató Zacarías años después. Valderrama fue de los pocos que no pasó hambre.
Zacarías contaba la vida de aquellos años diciendo que "tuve una racha muy buena porque actué en un cabaré durante dos años y ganaba todas las noches 50 o 60 duros y me tocaba Sabicas. Allí iba todo el señorío de Madrid todos los días hasta las 5 de la mañana. Luego tomábamos chocolate en la calle de la Montera, pero me gastaba mucho dinero en el billar y en lo que me gustaba. No ahorraba ni un duro, pero iba bien vestío. Eso fue hasta que cerraron el cabaré. Luego me harte de aquella vida y me vine a mi casa cansado de aguantar a borrachos y pasar malos ratos y de bregar con tanta chusma. Porque alrededor del flamenco había mucha chusma".
Luego volvió a salir para irse a Málaga. Allí trabajó un mes en un colmado, pero ganaba muy poco y decidió volver a Fuentes definitivamente. "Volví a mi casa, mi hermana me sacó el seguro y trabajé en la huerta". Ya en sus últimos años cantó en Marchena, en el homenaje para recaudar fondos para levantarle un monumento al gran cantaor marchenero, y puso al público en pie porque, pese a su avanzada edad, su voz seguía siendo un prodigio. José Navarro "Niño de Fuentes", murió en la casilla de los Zacarías el 11 de abril de 1996.
(Datos extraídos del programa de Radio Fuentes "Por los caminos del cante", emitido en los primeros años 80)
(Las fotos y el vídeo han sido cedidos por José Manuel Hidalgo "Condito")