El pasado 15 de marzo participe en las jornadas provinciales de Memoria Democrática, celebradas en el salón de la Huerta formado parte de la mesa sobre el “Compromiso de la investigación y la ciencia con la Memoria junto a las arqueólogas Elena Vera, que había realizado los proyectos de exhumación del pozo del Aguaucho y de la fosa común del cementerio de Fuentes de Andalucía, y Carmen Romero, que realizó la exhumación de la fosa de La Campana y actualmente realiza las de las fosas de Cañada Rosal. Al término de nuestra intervención Elena me comunicó que actualmente estaba realizando los trabajos de exhumación de la fosa del cementerio de Palma del Río.

Ante esta noticia, me vino el recuerdo de que dos fontaniegos fueron fusilados y enterrados en esa fosa común. Eran Juan Aguilera, de unos 40 años, y su hijo Jacinto Aguilera Pérez, de entre 14 y 17 años. La familia residía en un chozo del Castillo de la Monclova. Los restos de nuestros vecinos reposan, junto a otras 300 personas asesinadas por los fascistas el 27 de agosto de 1936, están en una fosa del cementerio de Palma del Río. En la fosa se han hecho numerosos actos de dignificación promovidos por el Foro por la Memoria Histórica de Palma del Río.

En la primera excavación fueron localizados los restos de 30 víctimas. Actualmente ya han comenzado los trabajos de exhumación de esta fosa común y se ha iniciado la apertura de la fosa por la zona donde está situado un monolito y las placas donde aparecen los nombres de las víctimas. Se cree que la exhumación va a ser larga en el tiempo debido a la cantidad de restos aparecidos en las primeras intervenciones. El proyecto de excavación ha sido financiado por la Federación de Municipios y Provincias con 28.000 euros, la Diputación de Córdoba con 10.000 y el propio ayuntamiento de Palma ha aportado 1.000 euros, siendo realizados los trabajos por un equipo técnico formado por la referida arqueóloga, un topógrafo y varios operarios especialistas en excavaciones.

Al término de la fase de exhumación se procederá a la individualización de los restos, a su estudio antropológico y a la elaboración de una ficha técnica de cada resto. Tras la extracción de los cuerpos se hará el estudio de laboratorio, analizando los huesos, patologías de los mismos y la determinación de sus perfiles biológicos: edad aproximada, sexo, estatura y la extracción del ADN para compararlo con el de los posibles familiares.

Podemos preguntarnos ¿cómo murieron asesinadas en Palma Juan Aguilera y su hijo Jacinto procedentes de Fuentes? He aquí el relato. El día 26 de agosto de 1936, Juan necesitaba comprar víveres para su familia en la vecina Palma del Río, porque, debido a su sistema económico establecido, le era mucho más fácil conseguirlos allí que en Fuentes. Cuando estaba aparejando la mula, su mujer le insistió en que le acompañara su hijo a fin de que no fuera sólo. Nada más llegar a Palma, padre e hijo se encontraron metidos de lleno en la batalla entre el ejército sublevado y los palmeños organizados en comités de defensa.

Juan y Jacinto se refugiaron primero en una posada para pasar la noche y, por la mañana, siguieron las instrucciones dadas por los falangistas para que todo aquel que no tuviera nada que temer se dirigiera a la plaza, que no le pasaría nada. Era una trampa. De la plaza se llevaron a unas 300 personas hacia el corralón de Félix Moreno, donde fueron acribillados a balazos. De allí sacaron 7 camiones llenos de cadáveres. La paradoja es que las dos víctimas de Fuentes no llegaron a Palma huyendo, como otros muchos fontaniegos. Uno de los que sí huyó a Palma fue Ricardo Lora Aguilar, que arrendaba tierras para labrarlas. Cuando se produjo la sublevación militar del 18 de julio estaba barcinando unas tierras cerca del Donadío, donde tenía un melonar. Como tenía 6 hijos, para evitar problemas, decidió trasladarse a un “rancho” que su suegra poseía cerca de Palma del Río.

En aquel rancho se refugiaron todos los que huyeron de Fuentes, excepto Calderón. Hasta que un día aparecieron 12 camiones con falangistas llegados de La Campana para tomar Palma. Al verlos salieron corriendo. Les dispararon desde los camiones, pero encontraron escondite en los maizales. Cuando regresaron por la noche al chozo contemplaron cómo las fuerzas rebeldes tomaban Palma, pero no pudieron entrar por el puente porque los palmeños lo habían hundido. En la toma intervino una avioneta venida de Sevilla que arrojaba bombas contra el pueblo, mientras los falangistas venidos de los pueblos vecinos señalaban su posición extendiendo una sábana blanca.

Días después, los falangistas volvieron al chozo para quemarlo. Le dijeron a Ricardo que tenían orden de quemar todos los chozos y que podía irse a Fuentes con su familia. Cuando llegaron al pueblo se acercó al melonar que había dejado al marcharse. Nadie había tocado nada. En septiembre, por mediación de D. Manuel el médico, muy amigo de él, se trasladó al Cuarto de la Casa a un rancho que alguien había dejado y allí permaneció con su familia más de 20 años.