Gobernar obedeciendo. Una nueva relación entre gobernantes y gobernados. Política de cercanía. Proyecto con independencia de toda opción política. Articular una sociedad civil, barrio a barrio. Plataformas y asociaciones que pueden y deben controlar a los políticos. No son palabras de un zapatista, ni de una componente de la guerrillera kurda de liberación, ni de jóvenes que proclamaban en las plazas sus aspiraciones en el 15M. Son las palabras de nuestro alcalde en su discurso de investidura del 15 de junio de 2019, cuando su candidatura consiguió 9 concejales, el mayor número en democracia en nuestro pueblo.
¿Qué fue de esas palabras, de esos deseos? Poco queda de ellas cuando, amparándose en leyes y requiebros, pone impedimentos a una consulta popular. Cuando hace caso omiso a plataformas y recogidas de firmas (más de 1.700), al clamor del pueblo en charlas informativas y concentraciones. Un ayuntamiento democrático tiene el deber de escuchar a la ciudadanía, de atender sus peticiones, como es el caso de una consulta popular para saber si el pueblo está a favor o en contra la la planta de biogás. Referéndum que, sin ser vinculante, es la expresión de la voluntad popular. Una verdadera democracia no es votar cada cuatro años y olvidarse de la opinión pública hasta la votación siguiente. Hay que estar vigilante, formar un tejido social real que intervenga en las decisiones de los gobernantes, escuchar al pueblo y tenerlo en cuenta, como bien decía nuestro alcalde en el 2019.
Estos días, una asociación llamada Aires Nuevos o la sede de un partido -NIVA- no sé muy bien, se erige en portavoz del ayuntamiento borrando la línea que separa lo público de lo privado, de la institución ayuntamiento y del partido. Un partido, un bar, una asociación hace gala de poseer a veces información que no llega a esa sociedad civil fuerte de la que hablaba nuestro alcalde en su discurso de investidura en junio de 2019.
Lejos quedan, como decía más arriba, esas palabras. Debemos velar por la salud democrática de nuestras instituciones, hacerlas más cercanas, poder expresar sin miedo nuestra opiniones y deseos. Seguramente esas mismas personas que andan escribiendo en redes a todas horas, no sé cómo se las apañan con sus horarios, dirán que miento, que ya sabemos cuáles son mis secretas intenciones. Yo, que sólo soy una ciudadana que hace uso de la libertad de expresión, sólo soy miembro de una plataforma, una de tantas desde las que nuestro alcalde quería articular una sociedad civil fuerte. Malos tiempos para la lírica.