La realidad es “asíssssss”… que decía Manuel Chaves, y más “asíssss” en un mundo, y en una España, diversa y compleja. Parece un chiste, pero es verdad: una selección española llena de peligrosos menas provenientes de los “estercoleros culturales”, está en la final de la Eurocopa y con el mejor futbol del continente.

Me repugna el fútbol, o el deporte de Estado, pero no he podido sustraerme al oportunismo, escandaloso por mi parte, de usar este guiño de justicia poética que es la actual selección española. Disculpen, lo siento, no volverá a ocurrir… que dijo el Borbón del Bribón. Pero junto con la Copa del Mundo de la selección femenina española el año pasado o de la Roja (qué acierto de Cruzcampo ponerle la roja, ahí empezó todo el camino de éxitos) este nuestro futbol está goleando a la derecha extrema (PP) y a la extrema derecha (Vox) por donde más les duele: pluralidad nacional, género y emigración.

Como todas y todos los que aspiramos a una España Donut (vacía de poder en el centro y rellena dulcemente en las periferias) no podíamos dejar pasar la ocasión (ellos los malos, no lo harían y a veces no hay más remedio de realzar una especie de imitación futurible). La España que quiere la derecha es muy estrecha, tanto que no caben ni ellos mismos. No va más allá del barrio de Salamanca, no cabrían ni Jesús Navas ni Fabián Ruiz, los dos de Los Palacios.

Miren si esa España es cortita, que no entra ni la derecha. Si no, que se lo pregunten a Puigdemont o al PNV. Pero lo que el fútbol nos enseña es que esa España no es real. En las redes sociales, ningún aficionado vasco del atlético de Bilbao ha cuestionado que Nico Williams sea vasco (navarro) ni ningún aficionado culé ha puesto en duda que Lamine Yamal sea catalán, pero miles de nacionalistas españoles sí han discutido la españolidad de los dos. Así son ellos.

Por eso abusan del lawfare, que no es una estrategia exclusivamente judicial, sino también mediática. Quieren encajar una España que siempre fue diversa -ahora más- en los moldes estrechos del nacional-catolicismo. Pero en habiendo un mínimo de democracia no les da, nunca les ha dado. El joven y brillante profesor e investigador de la UGR, Rubén Pérez Trujillano, ha demostrado en una monografía reciente que el papel de la judicatura en la II república fue tan golpista como el de los militares. Ya digo, no les da, no les cabe, nunca les dio ¡¡Viva España¡¡ (perdón, lo siento, no volverá a ocurrir... ¿o sí?