Vuelvo de viaje y recojo las cucarachas muertas. Dejé trampas y veneno para ellas. Poco a poco, me doy cuenta de que me voy acostumbrando a la presencia de ese insecto que tanto asco me producía y me sigue produciendo. Trabajo me costó leer la Pasión según G. h., de Clarice Lispector. Sin embargo, noto cómo un sentimiento de resignación se va apoderando de mí. No hay otra, tengo que aprender a convivir con ellas, al fin y al cabo, no me muerden, ni me estropean las plantas, ni parece que molesten a Bastianito, mi gato. Es extraño, comienzo a tener pensamientos como: son seres del planeta que estaban aquí mucho antes que mi especie y seguirán aquí cuando hayamos desparecido. Son inofensivas, solo hay que marcar líneas rojas entre ellas y yo. Empiezo a sentirme tranquila, conviviremos en paz.

Me mandan un video de un energúmeno, alcalde del PP de un pueblo, donde subido a un escenario se hace el gracioso mientras hace apología de la violación y la pederastia. Pienso que igualmente me podría pasar con este tipejo lo mismo que con las cucarachas, poner rayas rojas a él y a los que son como él. Rápidamente me doy cuenta del peligro que corro, estoy normalizando que haya personas, hombres como él, que no respetan a las mujeres ni a las niñas, igual que normalizo la convivencia con las cucarachas. Todo esto, pienso, viene de la cultura que poco a poco se va implantando, aunque este ejemplo sea, dirán algunos, exagerado, que no ocurre todos los días, que seguramente dimitirá e incluso pedirá perdón, que para eso tenemos la cultura católica que nos lo pone fácil.

Así, sin apenas darnos cuenta, estamos reforzando un paradigma patriarcal que creíamos cada vez más debilitado. Que son, si no, las actitudes cada vez más conservadoras y engañosas de añorar un pasado que nunca existió donde el orden y la paz eran valores deseados, sin darnos cuenta de que para ello perdíamos la libertad y admitíamos vivir en el miedo y la oscuridad. Donde se culpaba a la mujer de ir sola, de vestir de forma indecente, de no cumplir con sus obligaciones de madre, esposa, novia hija, hermana, cristiana, vecina, sobrina, nuera, abuela, viuda, tía, prima y cuantas relaciones de cuidado y decencia nos querían imponer y nos imponen.

Volviendo al energúmeno del video, no me voy a acostumbrar, no voy poner líneas rojas que poco a poco se pueden ir borrando. No. Hay que estar alertas, poner trampas y venenos que exterminen nuestros miedos y nos hagan hacer frente a los tiempos oscuros que nos quieren imponer.