Alivia el camino de la mañana una breve brisa que quiere ser marina y se queda en aire del Barrancón. Brisa Auxiliadora, al cabo. Zumba en las orejas el son de la flauta mosquitera y el aire transporta aromas de repelente. Tiran los bueyes de la carreta de la Virgen en pos de la ermita con la parsimonia de otros tiempos. Los relojes han dejado de marcar tiempo alguno mientras la cabalgata de romeros asciende por el Cerrojil siguiendo la brújula que marca el rumbo del Molino de Viento. ¿Una copita de mistela? ¿Una cervecita? La pará del camino, más que para recuperar fuerzas, sirve para aliviar el calor y hacer tiempo, que la Virgen anda despacito. A un lado, el barbecho, al otro, el olivar. Campo de campiña. Pasito corto. Polvo, sudor y mosquitos.
Enfila la comitiva romera el tramo final, una vez cumplido el rito del Ángelus a eso de las doce del medio día y, antes, la visita de cortesía a las Hermanitas de la Cruz. Viene por fin la ermita al encuentro de la Virgen y sus romeros, que cantan "Rendidos a tus plantas". El niño ya no quiere caminar más. Anda, niño, que te coja tu pae en borombo. Arqueología lingüística. La Virgen navega en un mar de mirasoles tirada por un gentío armado de botellines, ramitas de hierbabuena, copita mistela y un tanto de guasa. No hay mejor casa de baño que el campo. Para el niño, un paquete de dodotis, para la madre una cortina de mirasoles y para el padre, cualquier sombra es buena siempre que mire al horizonte.
La ermita es un oasis con espejismo de palmeras para el pae romero con el niño en borombo (a caballito). Un oasis de barbacoa con pozo de cerveza y mistela fresquita. Un oasis con hilo musical de chicarras y sevillanas rocieras. Pasa la vida, Igual que pasa la corriente, del río cuando busca el mar. Y yo camino indiferente, allí donde me quieran llevar. Cri cri cri cri. El vino, qué tiene el vino, que alegra las penas mías. Vamos a beber, una y otra vez. ¡Copón, aquí hay más gente que Dios! Cada vez más romería, 49 carretas, una tras otra, en fila india por el camino el Cerrojil parecen sacadas de una secuencia de "La conquista del oeste", con John Wayne (el Pani), Gregory Peck (el Barba) y Richard Widmark (el Gutiérrez).
Vaqueros a lomos de carricoche 4X4. Alguno ha tenido que ser evacuado, víctima de una lipotimia, para ser puesto bajo una ducha de agua fría. Cosas del calor. Ducha, siestecita y vuelta a empezar. Pega un buen trago de gazpacho, seguido de una tumbaíta debajo de la carreta. La tradición es la tradición. Por más calor que haga, los hay que lucen zahones de cuero y botos de caña que deben de pesar a estas horas de la tarde más de diez kilos cada uno. Lo que hay que sudar la tradición. Qué sería de la romería si no. Polvo, sudor y mosquitos. Menos mosquitos de los que todo el mundo temía, no se sabe si por obra y gracia de María Auxiliadora, echando una mano desde la sombra de la ermita, o porque con tanta gente los bichos han puesto pies el polvorosa.
Lo cierto es que iba a ser la romería de los mosquitos orejeros y se ha quedo en la romería de la brisa casi marina. Eso es la romería, campo, amigos, risa y mistela. Y María Auxiliadora, claro. Gente de campo en el campo. Sin ninguna prisa por una vez. Que toca pará, pará se hace. Que toca cervecita, cervecita. Que sale el plato de arroz, plato de arroz. Gente de buen conformar. Dispuesta a recibir el premio a la mejor carreta y, si no, el segundo premio. O el tercero, o el cuarto o el quinto. Un día es un día y por ganas de divertirse no va a quedar.
Al fondo se divisa Fuentes, lejana y sola. La Carrera poblada apenas por algunos cagajones ya secos. Farolillo de papel y banderitas celestes y rosas. Flores de un día para una ciudad desierta que espera, celosa, el regreso de la Auxiliadora con todo su cortejo de algarabía y, con ellos, la brisa del anochecer que le devuelva el aliento.
Y llegan los premios: el primero, para los de siempre, La Balconera, matriculada con el número 11. Los de siempre, tampoco. Los que llevan ganando tres años consecutivos. Para el año que viene han pedido encabezar la romería detrás de la Virgen. Seguidos de la segunda carreta ganadora este año, La Agachaíta, más conocida como la del Barba, ese extraterrestre que antes conducía la hormigonera y ahora conduce la barredora. El mismo que hace el camino con una gorra provista de ventilador alimentado por placa solar. Usted sí que sabe. La Agachaíta es la nave nodriza del Barba, astronauta equipado con el satélite estelar "Peque Agachaíta" que gira alrededor del planeta Tierra.