Si no purifica, al menos refresca. El bautismo de la mañanita de San Juan congrega a decenas de fontaniegos, especialmente fontaniegas, a lo largo de las calles. Mari la de la botica se prodiga en la calle las Flores. "Yo te bautizo en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo como Josefa, cuñada de Rosa". El altarito lo ponen entre Mari y Aurori la de Virginio. Pasan por los altaritos los niños de la escuela y los que dejaron atrás la niñez hace un porrón de años. Pasan generaciones y quedan las tradiciones. En la calle Mediomanto, Juana Talavera, la Niña Mercedes, mantiene vivo su altarito desde que era una muchacha. Muchas de aquellas muchachas se han ido ya, pero siguen las que entonces eran unas niñas.
Una docena de altaritos jalonan las calles de Fuentes. En las acerillas de la Puerta el Monte, las Andarinas inauguran altarito en la casa de Dolores Carmona, la "Candona", con la presencia de la autoridad municipal, Francisco Martínez. Mistela, roscos, bizcochos y entornaos. En el altarito, el huevo echado la noche anterior en un vaso de agua ha dibujado el velamen del barco hundido que simboliza la yema. La imagen de Juan Bautista en miniatura trata de hacerse ver en una selva formada por macetas, visillos, vasos y manos. El agua recorre los cogotes y se escurre por las espaldas como un arroyo vivificante.
En la calle la Huerta se ha juntado un puñado de vecinas -las mujeres llevan todo el peso de todo- para evitar que se pierda la tradición que sostuvo hasta hace dos años Concha Conde. Ahora son Carmelita Fernández, Carmen Villaécija, Antonia Llamas, Mercedes Pérez, Rosa María Fernández y Carmen Conde. Ponen el altarito en la cochera de Luis Conde y Rocío. La noche de San Juan han cenado en la calle, aunque sin hogueras. Esa tradición es más propia del Mediterráneo, que en la campiña hace ya demasiado calor para andar haciendo fuego. El agua aquí cumple la función purificadora que en otros lares hace el fuego. Además, refresca la mañanita de San Juan, que ha salido calurosa.
La noche anterior -la "mágica" noche de San Juan- ha habido fiesta también en la Carrera, en casa de Honorio Aguilar, fontaniego recién adoptado que aviva la tradición como otros avivan el fuego en las playas del levante. Fiesta de música y literatura con textos de Lola Flores, Ignacio Trujillo y José María Jurado. Bellas palabras para abrir puertas y ventanas a las noches de verano. El agua de la fertilidad y las flores de las noches que incitan a la pasión transgresora. Mañanitas de San Juan, noches de pecado. Las pilistras alientan la ilusión de una brisa marina que se abre paso desde el poniente y la vela del patio de la casa de la Carrera abanica el sueño de un velero que surca los rastrojos de Fuentes.
A la espera de que llegue la mañanita de San Juan, el soplo de la flauta y el tamboril ya bautiza, desde lo alto de una ventana, a los asistentes a la noche de música y poesía. Los versos apasionados de Ignacio Trujillo encienden emociones de la noche más corta y mágica del calendario. Ha dicho Trujillo que "la niña sintió el cuerpo roto bajo la forja del balcón enrejado y en tenebrosas luces se llevan el cadáver arrastrado entre el polvo, las piedras y los cantos de la calle encalada de soles apagados… Ay, noche de San Juan en la feraz campiña, a la orilla de un río y un remanso de agua donde el río se demora y juega con los juncos. Ay, noche la más leve, más breve y misteriosa, cómo en tan pocas horas robas lo que más quiero y anuncias entre chicharras que ya se acerca el día. No hay luz ni sol de nuevo para ese corazón que quedó desgarrado a la luz de la luna. Ya no amanecerá para mi el nuevo día y allá se va la joven en camisón de novia de hilo que bordara para noche de bodas"
El agua derramada sobre las cabezas por el Bautista, primo de Jesús, refresca y purifica, amén de anunciar bienes para todo el año. Van pasando una tras otra las mocitas de otro tiempo a recibir de nuevo el bautismo que cierra el tiempo con su paso y abre un sueño con la esperanza. Si uno mira con detenimiento, reflejado en el espejo del agua de la docena de lebrillos repartidos por los altaritos de Fuentes se ven venir la purificación y la bienaventuranza. Mañanita de San Juan, agua y pétalos del tiempo que va a venir.