Estos días, tratando de entender la ansiedad, mi ansiedad (mi terapeuta dice que soy de querer entender) leo una entrevista de la psiquiatra Marta Carmona, coautora del libro Malestamos, y escucho un podcast de La linterna de Diógenes sobre repensar la transformación social. En ella, Lucía Linsalata, doctora y maestra en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México y licenciada en Relaciones Internacionales y Diplomáticas por la a Universidad de Trieste (Italia) habla de cómo transformar la sociedad a través del cuidado entre colectivos, entre personas que se paran escucharse y a trabajar por el bien común sin que haya una jerarquía que decida por los demás, donde la mirada feminista tenga un papel y sentido.
Todo, pienso, está relacionado en este sistema capitalista donde te dicen que tú y solo tú eres la responsable de lo que te pasa, de tener una vida buena, buena en el sentido consumista: buena casa, piscina, coche nuevo, grande que no quepa por las calles de tu pueblo que te lleve a la puerta de al lado si vas allí. Por eso tiene sentido establecer lazos ente grupos, aunque al principio parezca que sus intereses no coinciden. Es en el conocimiento, en el acto de escucharnos e intentar aceptarnos donde va naciendo la necesidad que tenemos las unas y los unos de los demás.
El cambio no va a venir de los partidos ni de las instituciones, que son necesarios, pero no como guías, sino como servicio, como apoyo. Es la ciudadanía la que tiene que organizarse y buscar qué es lo que verdaderamente necesita, no lo que nos dicen que necesitamos, porque si no tenemos, si no conseguimos eso que es una “vida buena”, según la propaganda capitalista, nos sentimos desgraciados y llegamos a creernos que somos unas fracasadas.
Cuando estaba con mi alumnado solía decir que ninguna cultura es mejor que otra, que el mundo que nos representan en los mapas es engañoso. Quería, aunque no fui lo suficiente valiente, enseñar cosas que no estaban en el currículo. Solo lo hice a medias y mal. Ahora es tarde para poder decirles a ellas y a ellos que no se dejen engañar por la mentira de que trabajando, estudiando más que los demás, van a triunfar en la vida, que eso es lo que quieren de ellas y ellos para que los verdaderos ricos lo sean aún más.
En los últimos tiempos hemos intentado dar vida en Fuentes a una plataforma ciudadana para defendernos de la compañía de electricidad que nos viene sirviendo mal y oscuramente. Cuesta porque no estamos acostumbradas ni acostumbrados a caminar de la mano, juntos y en apoyo mutuo, pero sigamos en camino. Hay otros proyectos donde intentemos abrir espacios comunitarios, donde todas tengamos cabida.