No es pintura, no es sólo pintura. Es la historia y, sobre todo, la vacuna contra la repetición del sufrimiento provocado por el fascismo. Alumnos de los institutos Ramón Carande, de Sevilla, y Néstor Almendros, de Tomares, han pintado esta mañana en Fuentes diferentes murales en el parque de los Luchadores por la Libertad. Fuentes, cátedra de memoria histórica. Mientras un grupo de alumnos pinta murales en el antiguo cementerio, otro recorre los lugares de la memoria y los edificios del barroco. Los catedráticos de la memoria son Pepe Martín, Jesús Cerro, Juan Morillo y Ricardo Guerra, maestros todos ellos. Maestros y sanitarios contra la pandemia de amnesia que recorre el mundo y que amenaza con repetir los episodios más negros y trágicos de la historia del siglo XX.

¿Conocen los alumnos de secundaria la historia reciente de España? ¿Alguien les ha hablado de la represión, de las niñas del Aguaucho, de las ejecuciones al alba en las tapias de los cementerios, de los cuerpos arrojados a las fosas en las cunetas, de las mujeres rapadas, del aceite de ricino? No, nadie les ha hablado nunca de esas atrocidades. En Fuentes sí. Esta mañana han sabido de la muerte y de la humillación, Ha sido por medio de una actividad organizada por la Asociación Fontaniega de la Memoria Histórica y el Ayuntamiento. Por primera vez, como recién llegados de otro planeta, han oído expresiones como juicios sumarísimos, paredones, sublevación, represión, cárceles, campos de concentración, rapado de cabezas, aceite de ricino.

Y han pintado murales en el parque de los Luchadores por la Libertad. Pero no ha sido pintura de murales, no sólo pintura de murales. Ha sido conocimiento, conciencia, rechazo. Para evitar que todo aquello pueda volver a repetirse. Los alumnos son de secundaria, pero parvulitos en todo lo relacionado con el conocimiento de la historia cruel del siglo XX. Ricardo Guerra, profesor de un buen número de ellos en el Ramón Carande, reconoce que el alumnado, en general, sufre un desconocimiento preocupante. "La base de formación de la mayoría de ellos es muy baja. Además, carecen de toda inquietud por conocer y aplican por sistema la ley del mínimo esfuerzo".

Su referencia vital no son los padres ni los profesores, sino el teléfono móvil, por donde les llega cada minuto un engrudo hecho con los ingredientes del racismo, la xenofobia, el machismo y la manipulación histórica que cocina para ellos la extrema derecha. ¿Qué hacer? Formar, formar y formar. Llevarlos a los lugares donde ocurrieron los hechos, sacarlos de abstracción hipnótica que ejerce sobre ellos la pantalla del teléfono, hacerles que investiguen lo que ha ocurrido aquí, que saquen sus propias conclusiones, más allá de las simplificaciones manipuladas que les llegan desde sectores interesados.

Es explica, por ejemplo, que todos sepan que Felipe VI es el rey de España, pero ignoren que es el jefe del estado y jefe supremo de las fuerzas armadas. Que lo es por herencia. Explica que muchos alumnos pinten las cruces gamadas de los nazis, saluden brazo en alto y den vivas a Franco banalizando las páginas más tristes que protagonizaron sus abuelos. Los ha visto hacerlo Ricardo Guerra en su anterior destino del instituto Playa del Mar, el barrio más ideologizado de Málaga, donde VOX arrasa. El panorama de la juventud lleva a decir a Ricardo Guerra que tiene miedo de que la historia vuelva a repetirse. "Hay clasismo y racismo en las aulas. Los payos rechazan a los gitanos y los gitanos rechazan a los negros en una lucha entre los penúltimos contra los últimos, sin conciencia ninguna de quién es el adversario", sostiene el profesor.

Fuentes, cátedra de memoria democrática, imparte conciencia, pero choca con la cultura del móvil, la indiferencia, la equidistancia, la amnesia. Según la radiografía estudiada esta mañana por los catedráticos Martín, Cerro, Morillo y Guerra, la democracia choca sobre todo con la manipulación, que encuentra terreno abonado en las redes sociales, la pasividad de los padres, el silencio cómplice de las autoridades y en las mentes apáticas de una parte considerable de la juventud. Un pedregal propicio para que eclosione con éxito el huevo de la serpiente.