Sentada en mi particular escritorio africano, me dispongo a narrar el día de ayer, como es habitual durante las primeras horas de la mañana. La que parece comenzar siendo una tranquila jornada matinal de formación y organización radiofónica, da un vuelco por la llegada de una de las hispanas residentes en Bafatá. La siempre animada Doris exclama mi nombre desde la puerta de la radio. “Vamos al río a celebrar el 63 aniversario de la desaparición del cuerpo de Camilo Cienfuegos”, aclara Doris. Camilo es uno de los héroes de la Revolución Cubana, adorado por todos sus compatriotas, “hombre de pueblo” y “el Señor de la Vanguardia”, como afirman Doris y Manuel, los doctores cubanos.

Fue el hombre de confianza del Che y Fidel Castro, y hace 63 años su cuerpo desapareció, pero para los cubanos su espíritu seguirá vivo siempre. Cada 28 de octubre, todos los cubanos o “los que aman a Cuba”, como dice Manuel, conmemoran su aniversario lanzando flores al río. Los doctores han reunido a sus alumnos del último año de Medicina para rendirle homenaje desde Bafatá.

La doctora Doris toma flores del camino para completar su ramo

En una peregrinación del hospital al río, alumnos y maestros, todos ataviados con batas blancas con sus correspondientes nombres inscritos, van tomando flores del camino, engrandeciendo sus ramos. En Guinea Bissau, los héroes cubanos son símbolos ideológicos, es común ver la famosa fotografía del Che inscrita en las paredes.
Una vez comenzado el ritual, tras unas palabras del doctor Manuel, Bafatá se tiñe de colores patrióticos. Comienzan cantando el himno de Guinea Bissau, con solemnidad y cariño, para continuar con el himno cubano, que todos los guineanos allí presentes parecen haberse aprendido. Tras entonar los himnos nacionales, los allí presentes se vuelven hacia el río y colocados en fila comienzan a lanzar sus ramos al agua, al tiempo que cantan “Hasta Siempre”, la canción dedicada al Che.

El homenaje a Cienfuegos coincide con el día en que los profesores darán las notas finales a sus estudiantes, por lo que el discurso se carga de la emoción de las despedidas. “Vuestro país os necesita. Debéis formaros como profesionales y como personas para servir a los vuestros”, pide Doris a sus jóvenes estudiantes.
Las mujeres sumisas y los niños “talibán”.

Dentro de la variada programación de Radio Mulher (con programas sobre juventud, salud, educación, minusválidos…), el espacio de Fatumata consiste en exponer las principales problemáticas que preocupan a los bafatenses. No son pocas, así que tiene fácil hacer su cuadrante de temas: La subida de los precios en los productos de primera necesidad, la ausencia de luz eléctrica, la suciedad de las calles, el VIH, etc.

Un preocupante asunto que brilla por su ausencia en las parrillas de las demás radios bafatenses: la violencia de género. “En septiembre, antes de que nos fuéramos a Sevilla, un hombre en Gabú pegó con una catana a su mujer en el cráneo porque salió de casa y creyó que estaba con su amante. Se la llevaron a un hospital en Bissau, no sé si sobrevivió”, narra Fatumata.

Igual que este caso, cuenta otros muchos, como uno acaecido en Bafatá con un final trágico. Un matrimonio llega a su casa después de pasar todo el día trabajando en el campo. Él tiene hambre y le pide a su mujer que haga la cena, pero la mujer está igual de cansada que él, así que le ruega que espere unos minutos. Viendo la insistencia del marido, la mujer pide a su hija que cocine ella. La respuesta del marido fue llenar a su mujer de gasolina y prenderle fuego.

Las chicas de Radio Mulher han sido amenazadas con brujería por hablar sobre determinadas realidades sociales

“Murió y al marido le cayeron cinco años de cárcel, que seguramente serán menos por buena conducta”, dice Fatumata. Según la bafatense, los hombres y las mujeres son iguales ante la ley guineana, pero no se cumple en la práctica. De igual forma que la justicia no es igual para los ricos que para los pobres: “Hace un tiempo, un hombre mató a un niño, que fue encontrado en un pozo. Lo metieron en la cárcel y, como pagó un buen soborno, a las dos semanas era libre”.

Una de las injusticias discriminatorias que ocurre comúnmente a pesar de que la ley no la contempla tiene que ver con las herencias. Cuando un matrimonio tiene solo hembras y el padre muere, toda su herencia pasa a su hermano, por tener solo hijas. En caso de tener un hijo varón, la herencia sí le pertenecería: “La ley dice que hombres y mujeres somos iguales, por tanto, a las niñas también les corresponden las herencias, pero la gente no lo sabe. Históricamente ha funcionado así y nadie reclama. Todo por desconocimiento”.

Otro de los intentos de las chicas de Radio Mulher por hacer llevar la justicia a Bafatá consistió en un reportaje de investigación. Si caminas por las calles de cualquier ciudad de Guinea Bissau es común encontrar una manada de niños sucios, casi descalzos, vestidos con rasgados harapos, pidiendo dinero y comida a todo el que encuentran. Son los llamados “niños talibán”.

No son huérfanos, ni actúan por libre; por el contrario, tienen unos padres conscientes de que sus hijos ejercen de mendigos y actúan por mediación de unos hombres en los que sus familias confían. Los maestros del Corán llegan a los padres prometiendo que educarán a sus hijos en la cultura del islam. Que les enseñarán a leer las sagradas escrituras y tendrán un futuro prometedor. Y lo más convincente: irán al Paraíso.

Los padres confían en los maestros del Corán la educación de sus hijos, pero, en lugar de enseñarles a leer escrituras, les dan un cazo y los sacan a la calle a mendigar comida y dinero que sus maestros se quedarán después. Según Fatumata, al hablar sobre esto con algunos padres que se prestaron a dar declaraciones, éstos decían que la práctica de la mendicidad era necesaria, ya que debían recompensar a sus maestros con algo.

Asegura ésta que el gobierno guineano lleva años prometiendo acabar con los niños mendigos, pero no hay una ley que lo ilegalice y, en la práctica, tampoco se hace nada para detener a los culpables. Cuenta que mientras hacían el reportaje de investigación, algunos maestros del Corán se paraban frente a la puerta de la radio para maldecirlas, tratando que desistieran de su trabajo. “También les pasa a quienes tratan de sensibilizar sobre la violencia de género, son amenazados con brujería”, cuenta Fatumata.

Camino de Candemba-Uri

El camino por recorrer es amplio, pero las periodistas de Radio Mulher no se rinden ante las adversidades. Toparse con la precaria y estática realidad de Candemba-Uri no fue motivo para cesar su lucha. Al contrario, consiguió hacer de la aldea un lugar más justo y habitable para sus vecinos. Mañana viajaré hasta allí, comprobaré lo certero de las decenas de historias que me han contado sobre Candemba-Uri y su gente.

Tras salir de Bafatá, la moto de Egas recorre 13 kilómetros por estrechos caminos hasta la aldea de Candemba-Uri. Allí Periodistas Solidarios construyó una escuela y un centro médico, además de plantar cultivos y unificarlo todo en una cooperativa que los mismos vecinos de la aldea (alrededor de 550) se autogestionan. Es horario lectivo, así que podremos ver las clases en riguroso directo.

Al caminar por la aldea de Laovo Candé (hallado muerto en las costas de Canarias al intentar llegar a Europa), es como si las viviendas estuvieran construidas alrededor de las huertas. En todas las esquinas de la aldea hay una. La reducida vida productiva de la aldea se centra íntegramente en la agricultura. Todos los vecinos cuidan de sus huertas y se autoabastecen con los productos que extraen. Las casas, poco mantenidas en su mayoría, son de cemento y techos de lata. Cabras, ovejas, gallinas y perros deambulan por las calles demostrando que en las aldeas guineanas la vida humana y la naturaleza son una.

Finalmente, llegamos a un amplio espacio abierto, presidido por dos edificios unidos e idénticos de color salmón. Se trata del jardín de infancia “Laovo Cande”, perteneciente al proyecto del mismo nombre, llevado a cabo por Periodistas Solidarios. Desde fuera se distingue la voz de la maestra instruyendo a sus pequeños alumnos. Al entrar, las inocentes miradas no pueden evitar dirigirse hacia la desconocida de piel exótica.

Alumnos de la clase de Sirem posan ante la cámara

La sonriente Sirem es la directora de la escuela. En estos momentos imparte una clase a niños de cinco años. “En el jardín de infancia tenemos clases de tres, de cuatro y de cinco años”, cuenta la directora. Antes de la construcción de la escuela, los niños comenzaban a recibir formación educativa a los ocho años, cuando ya tenían edad suficiente para ir al colegio en Bafatá.

El jardín de infancia de Candemba-Uri, cuenta Egas, es uno de los pocos que existen en el país: “Hay alguno más creado por otras organizaciones españolas, pero pocos”. Los niños también almuerzan en la escuela, dentro de las mismas aulas. En medio de los dos edificios que conforman el jardín de infancia, una señora prepara la comida de los niños en una gran olla humeante.

A la izquierda del jardín de infancia se observa un edificio verde pastel, con tejas rojizas y paneles solares. Se trata del centro de salud "Laovo Cande", donde los doctores cubanos pasan consulta cada sábado. Los lugareños me cuentan que la última vez que los cubanos se fueron de vacaciones a su país, fueron sustituidos por dos médicas guineanas que se quedaron toda la semana en la aldea.

“Hasta gente de fuera venía a nuestro Centro de Salud. Era muy bueno saber que si enfermabas de madrugada podías ir a verlas”, cuenta Mariama Baldé. Mariama es la presidenta de la cooperativa que engloba todos estos proyectos, además de los agrícolas, en Candemba-Uri.

De mirada curtida y honesta, los sesenta años de Mariama han atestiguado la evolución experimentada por su aldea desde la llegada de Periodistas Solidarios. “Incluso la esperanza de vida ha aumentado. Antes de la construcción del centro de salud, muchos enfermos de urgencia morían en el camino de la aldea al hospital más cercano”, narra la presidenta de la cooperativa.

Mientras continuamos con nuestro paseo por la aldea, nos topamos con otra de las comodidades ofrecidas por Periodistas Solidarios: una fuente. Pese a que su construcción es anterior a la ONG, pasó muchos años sin funcionar hasta que los sevillanos la restauraron. Con la moto en marcha, regresamos por el camino que nos vio llegar, dejando atrás los extensos campos de cacahuete. Entre los árboles distinguimos un niño que descansa sobre unos troncos de madera, al lado de lo que parece ser una cabaña. “Está cuidando de la plantación de cacahuete. Ese trabajo deberían hacerlo sus padres, él debería estar en la escuela”, afirma Egas.

Un niño cuida de una plantación de cacahuetes

A las semillas evolutivas que Periodistas Solidarios ha plantado en la aldea de Laovo Cande les espera un largo proceso de germinación, que hará de la “tabanca” (aldea en Criollo) la más florecida de la región. En toda Guinea Bissau se intuye que los tiempos están cambiando. Los jóvenes serán los propulsores de la metamorfosis y las mujeres ondearán la bandera de Delacroix.