El nacionalismo andaluz, a diferencia de otros -no nombraremos ninguno porque están en la mente de todos- fue siempre de izquierdas. Eso es así porque no brotó de una burguesía ávida de privilegios, sino de las clases trabajadoras hartas de estar hartas de tanta injusticia, también a diferencia de otros. El andalucismo no es excluyente, a diferencia de otros, sino integrador. Universal. No pide privilegios para nadie, sino equidad para todos. Igualdad y tierra. Lo dice el himno de Andalucía, que habla de tierra y libertad para la gente humilde. No siempre consiguió la tierra y la libertad porque durante siglos Andalucía ha estado sometida por los terratenientes y sus guardianes.

Algunos fontaniegos lograron un pedazo de tierra, que les costó sangre sudor y lágrimas sacar adelante. Uno de los que siguiendo la consigna del himno creado por Blas Infante logró algo de tierra y libertad fue Ricardo Ramírez, que vivía en la calle Mayor frente al cine Avenida. Mi tío Ricardo (en la foto de portada) tenía 4 hijos y antes había sido carnicero de carne de borrego y ternera en la plaza. Se levantó, pidió y logró del Instituto Nacional de Colonización un pedazo de tierra en Setefilla, cerca de Lora del Río, y abandonó los cuchillos para coger la azada y trabajar la parcela. No fue mucho, pero le permitió salir de la postración ancestral a la que condenaba a los pobres el mero hecho de haber nacido en un pueblo andaluz.

José "Morón" Toledo

Otro fontaniego que logró las tierras de las que habla el himno de Andalucía fue José Toledo, conocido en Fuentes como José Morón. El hombre malvivía de unas tierrecitas arrendadas en los Cerros San Pedro y Malaver. Luego compró 5 fanegas en la Llana. José Morón vivía en la calle Cerrojero cuando, en 1972, el Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) le concedió unas tierras en Trajano, uno de los últimos poblados de colonización, y siguió los pasos de Ricardo Ramírez. Ambos doblaron el lomo y pagaron con su trabajo casa y tierras, además de sacar a su familia adelante.

En 1972, el colono José Morón estrenaba vecindad con otros desplazados a las pedanías próximas a la marisma del Guadalquivir como el Trobal, Maribáñez, Chapatales, Pinzón o Marismillas. Todos estos poblados nacieron del reparto de tierras en las comarcas de Utrera, Las Cabezas de San Juan, Lebrija, Los Palacios y Villafranca. Tiempos del caudillo de España por la gracia de Dios y de los poderosos terratenientes. Poderosos que lograban enormes ventajas cediendo a los colonos las partes menos productivas de sus latifundios. La política de reconversión de tierras de secano en espacios regados acabó beneficiando a los terratenientes que, a cambio de perder una pequeña parte de sus tierras, normalmente las de peor calidad, lograban una importante revalorización de sus fincas.

Iglesia de Setefilla

En aquellos gloriosos años del caudillo a nadie se le hubiera ocurrido juntar las palabras tierra y libertad, a no ser que quisiera dar con sus huesos en una tenebrosa mazmorra o tirado en una cuneta con un tiro en la sien, como le ocurrió al padre de la patria andaluza. Muerto el dictador, los andaluces pudieron volver a juntar palabras sin temor. Cantaba Jarcha en aquellos tiempos la canción "Libertad sin ira", sin miedo a las tapias de los cementerios y a los "paseos" de madrugada en compañía de un pelotón de fusilamiento. Lució en las calles la blanca y verde, esa bandera entonces casi desconocida al son de Carlos Cano cantando "De Ronda vengo, lo mío buscando, la flor del pueblo, la flor de mayo, verde, blanca y verde".

Andaluces, levantaos. Pedid tierra y libertad. Los andaluces se levantaron contra la explotación y el sometimiento. Y el andalucismo emergió con fuerza allí donde había un andaluz. Lo hizo en contra de los herederos del caudillo, cuyos nietos dicen ahora sentir orgullo de ser andaluces y crean un día de la bandera de Andalucía. A Fuentes el andalucismo llegó de la mano de Francisco Toledo, hijo de José Morón, que estudió Magisterio y años más tarde vino a Fuentes a dar clases en la escuela de la Estación. Don Francisco Toledo olía a tierra, a blanco y verde, a colono, a Andalucía.

Lo recordaremos de la escuela de la estación por ser un profesor muy pacífico, con un carácter muy apaciguado, físicamente parecía Jesucristo, algunos niños guasones le llamaban zampabollos. Un día hizo un examen sorpresa y nos preguntó ¿cuáles eran las lenguas románicas? Éramos tan cándidos que no supimos qué responder, no sabíamos ni qué significaba románica. Se fue de Fuentes y nunca más supimos de él. Concha la de don Alfonso decía que don Francisco Toledo se había vuelto loco de tanto estudiar porque su padre no podía pagarle los estudios si tenía que repetir cursos.

Jarcha

Fuentes recibió la semilla andalucista de la mano de Don Juan, el director de la escuela de la Puerta el Monte. En los años 70 y 80, a don Juan se le conocía en Fuentes como don Juan el Barbero porque decían que su padre había tenido una barbería. Fue militante del Partido Socialista Andaluz (PSA) y pasaba por ser un señor de lo más formal, equilibrado y centrado que ha dado Fuentes. Un ejemplo para quienes éramos estudiantes en aquellas fechas, odiábamos las matemáticas y las imposiciones, preferíamos leer tebeos y escuchar música de Jarcha y Carlos Cano, de Ecos de Rocío y de Mocedades.

Una voz que transmitió mucho andalucismo, fue la voz de Miguel Moyares, componente de Ecos del Rocío, hombre de gran creatividad. En su canción que nombra todos los pueblos de la provincia de Sevilla, incluido Fuentes, con una humildad inusual. Transmitía andalucismo. Aunque no todo el que pidió tierra y libertad las consiguió. Muchos tuvieron que emigrar. Fueron legión y su himno, más que el de Blas Infante, pudo ser el de la gente humilde que recibía como un bálsamo para su herida canciones como "El Salustiano" de Carlos Cano. "Hasta un pueblo de Alemania ha llegado el Salustiano, con más de 40 años, y de profesión el campo, pa buscarse l'habichuela y ahorrar algunos marcos, y que pueda la parienta comprar algunos marranos". Miseria o diáspora.