Marta con Marta y Caridad con Caridad. Juntas a todos los partidos. Este domingo acaba la liga de primera en el voleibol femenino, aunque no las competiciones de las distintas categorías en las que militan Marta Fernández y Caridad Cabello. Saben que allí donde vayan, en la grada estarán otra Marta y otra Caridad dándoles aliento. Marta madre con Marta hija. Caridad madre con Caridad hija. Marta con el bombo y Caridad con la bocina. ¡Vamos, vamos, vamos! Incansables, ruidosas, animadoras. No son de Fuentes, sino de Brenes, pero se han ganado a pulso el título de fontaniegas por las horas que pasan aquí y por las veces que gritan ¡vamos, Fuentes, vamos! Pocas fontaniegas son tan defensoras como ellas de los colores del equipo de voleibol femenino de Fuentes.
Viven en Brenes, pero vienen a los entrenamientos en Fuentes los lunes, miércoles, viernes y los sábados que hay partido. Muchas veces hacen los mandaos en Fuentes porque en Brenes no tienen tiempo. Conocen a medio Fuentes. Su agenda la marca el calendario del voleibol. En la grada del pabellón de la estación ellas son las que ponen la pasión, el griterío y, por qué no decirlo, también el reproche a las árbitras cuando consideran que cometen un error. Pero en el voleibol, al contrario que en el fútbol, no existe la agresividad y mucho menos el insulto. Lo explican ellas con orgullo. "Animamos a las nuestras, pero no nos metemos con las contrarias", dicen a coro Caridad y Marta, dos madres que antes del voleibol no se conocía y ahora son inseparables.
Marta y Caridad, Caridad y Marta, han viajado con el equipo en todos y cada uno de los desplazamientos. Menos a Canarias porque Marta habría que tenido que pedir permiso en el trabajo. Pero esta temporada han viajado en el autobús del equipo a Madrid, Valencia, Ciudad Real, Murcia, Granada, Málaga... No se sabe muy bien si las hijas con las madres a cuestas o las madres con las hijas a cuestas. Marta y Caridad también fueron jugadoras de voleibol en su pueblo y por eso dicen que sienten la doble pasión: el deporte y la madre forman un pack inseparable.
Llevan tres años viniendo a Fuentes. Hasta en plena pandemia se desplazaban aquí para seguir la preparación de las hijas. Sostienen que casi pasaron la pandemia en Fuentes, del que dicen que es un pueblo muy acogedor y que muchas fontaniegas les ofrecen sus casas para quedarse cuando les haga falta. Solidaridad deportiva. Fuentes, pueblo llano y entrañable. Aunque en la grada, mucho más frío que las dos madres de Brenes. Ellas dos han llenado con su fuerza las muchas butacas vacías de los sábados por la tarde en el pabellón de la estación. Marta añade que ella se dice a sí misma "¡hay que ver para lo que he quedado, para ser Manolo el del bombo en femenino!".
Calor de madre. Si no llega a ser por ellas, la grada de la estación habría vivido un invierno polar este mes de febrero. Caridad define a su hija como un volcán, una bomba, puro corazón siempre a punto de estallar. Con 17 años, estudiando segundo de bachillerato, es la más joven del equipo, pero una de las líderes. Este sábado ha tenido una actuación determinante. Pero le falta creérselo, señala su madre. Confianza. Lo mismo que al conjunto que entrena Moisés de Hoyo. Están en una edad muy mala, reconocen las madres, y han sumido un compromiso muy gordo para muchachas que también tienen que estudiar. No les queda tiempo para la diversión y eso pesa.
Marta tiene dos años más que Caridad y es menos temperamental. Sensible como pocas, inquieta ante los problemas de los demás. Complicada como corresponde a una niña de 19 años, pero alegre y buena. Marta ocupa la posición de receptora y líbero, mientras que Caridad es central y receptora. Allá que van las cuatro carretera arriba y abajo, que conocen los baches entre Fuentes y Brenes como las palmas de sus manos. Haga fío o calor, llueva o truene, Marta con el bombo y Caridad con la bocina a todas partes. Pasión de madre.