Como no venga una primavera lluviosa, y que sea pronto, el desastre en el campo está cantado. El horizonte se tiñe de muy negros nubarrones sobre la agricultura, pero no precisamente de lluvia, sino de ruina. Los cereales de invierno están a un tris de perderse, muchos agricultores no se atreven a sembrar las pipas y los olivos, tan enganchados al riego, empiezan a mostrar la escasez de agua. Los pozos acabaron el verano pasado bajo mínimos y así continúan por la ausencia de lluvias durante lo que va de año hidrológico. Los mayetes están a la espera de un milagro.
En el campo ya nadie mira al cielo, sino al teléfono móvil buscando una señal de esperanza en los mapas del tiempo. Y no la hay. Al menos para lo que resta de febrero y hasta mediado de marzo. Más allá las previsiones son aún difusas. A ver qué hacen la segunda mitad de marzo y el mes de abril. Aunque los cereales de invierno no pueden esperar mucho porque algunos cultivos empiezan a amarillear ya, especialmente los sembrados en los barros. Los que tienen tierras arenosas pueden aguantar algo más, pero no mucho porque las temperaturas van a empezar a subir en breve, los días serán más largo y las tierras no guardan mucha humedad. Los olivos muestran ya menos brotes nuevos de los habituales en etas fechas.
El presidente de la cooperativa Nuestra Señora del Rosario, Juan de Dios Caro, no pierde la esperanza de que llueva durante la primavera. De lo contrario, las pérdidas económicas van a ser enormes. Es pronto para ponerle cifras al desastre, pero nadie duda de que serán cuantiosas y que afectarán a todo el pueblo porque la locomotora del campo, que supone el 80 por ciento de la economía local, tira del resto de las actividades. De momento, la agricultura y todo lo que la rodea está parado a la espera de que llueva. Los sacos de abono siguen en los almacenes. La cooperativa de Fuentes guarda las 80 toneladas de urea que deberían haber empleado los agricultores si hubiese llovido. Lo mismo ocurre con las semillas de girasol.
"Si no cambia mucho esto en poco tiempo, lo más probable es que nadie coseche los cereales de invierno que hay sembrados en el término de Fuentes", afirma el presidente de la cooperativa. ¿Cuándo dinero supone eso en pérdidas? Nadie se atreve a dar una cifra. Pero mucho dinero. Los agricultores que hayan suscrito una póliza de seguro podrán recuperar gran parte de lo perdido, pero esos son una minoría. Pese a que este año ha habido muchos más agricultores que han tomado esa precaución.
Para muestra, un botón. En un año normal, de los más de 500 socios de la cooperativa sólo unos treinta o cuarenta aseguran sus cosechas. Este año han sido 144 los asegurados, señal de que veían venir el desastre. El desastre se ve agravado, además, por el encarecimiento de los gastos que tiene el agricultor en sus explotaciones. semillas, combustibles y abonos cuestan este año mucho más que el anterior. El gasoil agrícola ha pasado de 0,61 a 0,96 euros el litro. El abono de fondo ha subido un 96 por ciento y la urea, un 152 por ciento, según el presidente de la cooperativa.
Pero los que tienen seguro de cosecha no dejan de ser una minoría. Los que tengan seguro deberán sembrar las pipas para ver si les nacen porque, de lo contrario, el seguro no cubre los daños por la sequía. Un año normal, los agricultores de Fuentes pueden obtener entre 2.500 y 3.000 kilos de trigo por fanega. Y unos 800 kilos de pipas si siembran girasol. En estas fechas todavía está por ver qué va a pasar con los garbanzos, el otro cultivo importante en la economía de Fuentes. A estas alturas sólo se ha firmado un contrato de venta de cosecha de garbanzos. Como se ve, este año todo está en el aire.
Está en el aire también la cosecha de la aceituna, cada vez más dependiente de unos acuíferos que se muestran esquilmados. El número de pozos no para de crecer, tanto los legales como los ilegales, que los hay en abundancia según todas las fuentes consultadas. Unos catorce pozos han concluido este año pasado el trámite oficial para explotar los acuíferos, aunque llevaban varios años regando con carácter provisional. Si cada vez se gasta más agua y cada vez llueve menos, la conclusión es clara. No hay agua para tanto campo sediento.