El efecto de los garbanzos sobre la natalidad en Fuentes es un mito. Cada año baja el número de niños y niñas, especialmente 2020 y 2021. El año pasado nacieron sólo 39, quince menos que en 2019, y en lo que va de este año son 42. Septiembre, el mes tradicionalmente más "fecundo" en nacimientos, no ha visto llegar este año a ningún fontaniego que venga a paliar la "pertinaz sequía" de nuevos habitantes. Sólo las familias de inmigrantes, especialmente africanas, mucho más prolíferas que las locales, palian la escasez de niños y niñas en Fuentes.
¡Qué tiempos aquéllos en los que faltaban aulas para escolarizar a tantos niños! Ahora faltan niños y niñas para tantas aulas. El próximo curso es probable que haya que reducir un aula del colegio Santa Teresa por falta de alumnos. La razón es que no para de caer la natalidad y, a este paso, en poco tiempo no habrá niños. El dato impresiona: en la década que va de 2009 a 2019 nacieron 66 niños de media al año. Esto significa que casi todos los años la cifra estaba por encima de los 60 nacimientos. En 2019 nacieron 54, tres más que el año anterior (2018), pero 15 menos que al año siguiente, 2020. Eso supone una bajada del 38 por ciento.
Una cifra tan baja de nacimientos no se había visto nunca en Fuentes. Hace 25 años, en 1996, nacieron 89 niños y niñas. Y ya entonces las cifras eran bajas con respecto a épocas anteriores. La cifra más alta, en estos 25 últimos años, se registró en 1998, con 92 nacimientos. Para quienes resaltan que la natalidad tiene mucho que ver con la economía hay que decirles que la crisis provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, de 2008 no acarreó una especial bajada de la natalidad en Fuentes. O sólo lo hizo circunstancialmente. En 2008 nacieron 65 niños y niñas, en 2009 nacieron seis menos (59) y en 2010 siete menos (58), pero en 2011, cuando más dura era la situación económica mundial, repuntó hasta 75, diez más que el año del estallido de la burbuja. Fue el año del "milagro" de los garbanzos de Fuentes que tanta tinta de papel impreso hizo correr.
Desde entonces, la natalidad en Fuentes ha oscilado entre los 66 del año 2014 y los 51 de 2018. Hasta la llegada de 2020, que nacieron sólo 39 niños y niñas. Podría atribuirse esta bajada a la pandemia, pero eso sólo sería verdad parcialmente porque la covid irrumpió con fuerza en la vida de la población en marzo de 2020, cuando normalmente ya tenían que estar "encargados" bastantes de los nacimientos del año. Especialmente los engendrados en las fiestas de las navidades, de año nuevo y los fríos del invierno. Son los que vienen al mundo en torno a septiembre, por excelencia el mes de los partos en la cultura cristiana.
El miedo a la pandemia debió notarse nueve meses después de marzo, es decir de noviembre de 2020 en adelante. Lo llamativo es que este mes septiembre no haya nacido ningún niño o niña en Fuentes. Tampoco septiembre de 2020 fue un año "normal" de nacimientos. Nacieron sólo cuatro niños, los mismos que en septiembre de 2019.
Lo que ocurre en Fuentes no es la excepción. Ocurre lo mismo que en el conjunto de Andalucía y en toda España. Los centros hospitalarios de la sanidad pública andaluza han atendido un total de 22.000 partos durante el primer semestre de este año. Estos nacimientos suponen un descenso del 13,6% con respecto al mismo periodo del año anterior, cuando se atendieron 25.460. La provincia de Sevilla es la que más partos ha registrado, 4.751, seguida de Málaga con 3.839.
Qué está pasando
Lo que está pasando es que se da un conjunto de circunstancias contrarias a la natalidad. No hay una única causa. La economía influye mucho, pero también el estado de ánimo social y las condiciones de vida, en general. La situación económica ha sido muy estudiada como factor influyente en la natalidad, pero hay otros elementos menos analizados que quizás convenga explicitar. Uno de ellos es el desplazamiento de la madurez hacia edades más avanzadas. Las parejas se sienten jóvenes (y por tanto capaces de procrear) hasta muy avanzados los 30 años. El "arroz se pasa" ahora más tarde que antes, al menos en la percepción de las parejas. Todo en la vida de prolonga, ocurre más tarde. La infancia antes duraba un suspiro, la adolescencia quedaba anulada por la temprana incorporación al trabajo y la juventud se apagaba con el matrimonio y la maternidad precoz.
En el pasado, con 25 años era normal tener uno o varios hijos. Ahora es raro. Lo que antes se hacía en la década de los 20 años, ahora se aplaza a la década de los 30, habitualmente en su tramo final. Especialmente la maternidad. "Habrá tiempo más adelante, ahora tenemos que disfrutar", dicen muchas parejas jóvenes cuando se les plantea la maternidad.
Emilia Gómez y Julio Dapena, profesores del instituto de Fuentes, forman una de esas parejas que no han querido tener hijos. ¿Por una razón en particular? No, por ninguna. O por todas, dicen. Primero, porque el trabajo les obligó a ser nómadas. La falta de estabilidad en el puesto de trabajo puede llegar a ser el mejor anticonceptivo del mundo. Como la ausencia de vivienda propia o de apoyo familiar. Conciliar trabajo y maternidad sin unos padres cerca que echen una mano se antoja hoy una tarea de titanes.
En ese sentido, la incorporación de la mujer al mercado laboral ha sido una conquista fundamental para la igualdad, pero un freno para la maternidad. Esta sociedad no es la de hace cuarenta o cincuenta años y las mujeres no están dispuestas a retroceder a situaciones del pasado que las obligaba a asumir el doble turno del trabajo fuera y dentro de casa. "Además, las mujeres nos exigimos mucho más. Las empresas nos exigen mucho más a las mujeres y meterte en un embarazo es amenaza de problemas con la empresa", sostiene Emilia. No es el caso del profesorado, pero sí el de muchas empleadas de empresas privadas.
Emilia y Julio afirman que "es una cuestión de prioridades. Empiezas postergando la maternidad unos años y cuando te das cuenta ya es tarde". O tienes muy claro que quieres tener hijos o lo aplazas y lo vuelves a aplazar... Antes los hijos venían cuando venían o cuando tocaba por la edad. Ahora se ha racionalizado el hecho de ser padres y los hijos vienen cuando se dan las condiciones idóneas, cosa que no siempre ocurre o cuando ocurre, ya es tarde. Julio añade que otro factor ha sido el cambio en el modelo productivo. "Antes tener un hijo era casi una inversión económica porque hacían falta brazos que trabajaran y muchos con diez años ya estaban en el tajo".
Otro problema que se da en los pueblos es el envejecimiento de la población como consecuencia de la marcha de los jóvenes. Esto provoca que desde hace años haya un proceso de pérdida de habitantes en las poblaciones pequeñas y medianas, a favor de las capitales. Además, antes los hijos venían con el pan debajo del brazo, se decía. Ahora criar un hijo cuesta "una fortuna", argumentan muchos padres. Cochecito último modelo, cunita de diseño, ropita de marca, la mejor bañera, sillita para el coche... Todo por la presión social que obliga a convertir la maternidad en un fenómeno consumista.