Leo una revista en la que se habla de los derechos humanos. Mientras leo, pienso que si todos los países que firmaron la aceptación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el compromiso de respetar y hacer respetar los derechos universales contenidos en dicha declaración ¿por qué se violan los derechos de tantas gentes, en tan diferentes lugares y sin que las naciones que forman parte de esa vasta organización hagan nada por denunciar estos hechos y oponerse en los diferentes organismos ante las infracciones. Pienso que los gobiernos más poderosos están permitiendo el colapso de los derechos humanos con sus actitudes de tibieza en las denuncias de los países que los incumplen porque los intereses geopolíticos, comerciales y económicos están por encima de los principios que todos defienden.
Estamos en un periodo en que la mayor parte de la política internacional está inmersa en la hipocresía. Todos dicen defender los derechos humanos, todos dicen que las violaciones de esos derechos deben acabarse, pero siguen protegiendo y colaborando con los países que los violan o no los respetan. Una de las conclusiones principales de Amnistía Internacional presenta un sombrío panorama. Basta recordar la guerra de Gaza, en la que los israelíes han despreciado el derecho internacional, pero hemos visto cómo ha aparecido la inacción de los países que son sus aliados para detener la masacre de civiles en esa zona. Hemos presenciado cómo se mandaba bombardear ciudades, campamentos de refugiados, escuelas y hospitales, basándose en que había que destruir a la organización de Hamás, que perpetró un horrible atentado en Israel el 7 de octubre. La guerra continúa y los derechos de miles y miles de gazatíes se ven violados sistemáticamente todos los días.
La violación de los derechos humanos se extiende en estos momentos por otros diversos países de la Tierra. La guerra continúa en Ucrania, donde el 8 de julio se ha bombardeado un hospital infantil en Kiev, dejando la cifra de 30 muertos. ¿Dónde está el respeto de los derechos humanos? ¿Dónde queda la consideración a las leyes internacionales de la guerra que prohíben taxativamente el ataque a las instalaciones civiles y sólo a las militares? También en otros países como Sudán, Etiopía y Myanmar se producen violaciones masivas de los derechos de la población civil.
No queda solo en violaciones de los derechos humanos con las guerras y persecuciones por otros grupos humanos, sino que día a día presenciamos cómo las pateras conducen hasta las costas de los países del sur de la Unión Europea, entre ellos España, a numerosas personas huyendo las situaciones tan deprimentes en que viven. Se atreven a surcar el Atlántico o el Mediterráneo en busca de la tierra de promisión. Algunos de nuestros políticos “en defensa de los derechos humanos”, han sugerido que el Gobierno mande a la armada a impedir que las pateras salgan de los países africanos o que obliguen a las que se encuentren en alta mar a dar la vuelta y regresar al país africano de donde salieron. ¿Es ésta la defensa de los derechos humanos? ¿Hasta dónde llega la hipocresía de las personas?
Asimismo, existen riesgos verdaderos en las redes sociales contra los derechos de las personas, pues el uso descontrolado de las tecnologías lo hace posible. Así, recientemente hemos tenido noticias de que un grupo de menores ha publicado en las redes sociales fotos de niñas de su entorno, desnudas, realizadas con las técnicas de la inteligencia artificial. Por ello, las autoridades deben ponerse las pilas y realizar leyes para regular las redes sociales, las técnicas de inteligencia artificial y un buen control de los avances tecnológicos.
En España, todavía está por realizar las investigaciones de dos hechos que han marcado en los últimos años las posibles violaciones de los derechos humanos. Me refiero, en primer lugar, a los sucesos ocurridos en Melilla en junio de 2022, de los que ni Marruecos ni España han realizado una investigación adecuada de lo ocurrido. La impunidad y el oscurantismo se han perpetuado, las víctimas y sus familias están desamparadas y las fronteras de Melilla y Ceuta se mantienen blindadas. En segundo lugar, las muertes en las residencias de mayores durante la pandemia de la covid, cuya investigación no se ha llevado a cabo por las administraciones madrileñas y su proceso se ha quedado interrumpido o nunca se ha comenzado. Sólo se ha defendido este problema por los familiares agrupados en la comisión ciudadana por la verdad en las residencias de Madrid y la investigación llevada a cabo por el periodista y abogado Manuel Rico y publicada en su libro ¡Vergüenza! El escándalo de las residencias".
No todo está perdido. Ante la pasividad de los gobiernos mundiales ante las violaciones de los derechos, los ciudadanos han protestado y conseguido sacar a la luz los abusos, han exigido responsabilidades y han impulsado cambios. En muchos países se han organizado manifestaciones para pedir el alto el fuego el Gaza, al mismo tiempo que se solicitaba la liberación de los rehenes detenidos por Hamás. Hemos tenido noticia de la lucha contra el cambio climático en las calles y en los tribunales, hasta el punto que el Tribunal Europeo ha dado la razón y fallado a favor del movimiento suizo KlimaSeniorinnen, formado por mujeres suizas de más de 65 años, sentenciado al gobierno suizo por haber incumplido sus obligaciones fijadas en el Convenio Europeo en la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero. También ha habido manifestaciones y acciones en defensa de los derechos del hombre en EEUU, El Salvador, Polonia, Taiwan, Turquía y Afganistán, entre otros. Estos movimientos de protesta son el ejemplo de que está resurgiendo la sociedad civil organizada, única capaz de defender los derechos humanos y el respeto a una humanidad común.