Con frecuencia se llega antes al destino dando un rodeo que siguiendo la línea recta. Especialmente cuando lo que se busca es la verdad de algo que ha ocurrido y cuyos autores tratan a toda costa de ocultarlo. Es lo que intenta Antonio Márquez con su novela "La Danza de las Bestias", basada en los sucesos del cortijo del Aguaucho. El rodeo es la ficción, el recurso de la no realidad para intentar acercarse lo más posible a la verdad.
El acercamiento a lo ocurrido en el Aguaucho, donde al principio de la Guerra Civil fueron abusadas y asesinadas al menos cinco niñas de Fuentes por un grupo de los llamados "guardias cívicas", ha sido abordado hasta ahora siempre desde el prisma histórico. Nunca desde la novela. Antonio Márquez ha optado por "inventarse" los personajes de su libro, aunque con una base histórica, para tratar de recrear lo ocurrido. "Todos los personajes son ficticios", insiste Márquez, autor de una anterior novela titulada "A Jirones", en la que reproduce un asesinato en la Edad Media.
Personajes ficticios y hechos pasados por la ficción. Así presenta su nueva novela Antonio Márquez. Para no hacerle daño a nadie. Porque todavía quedan personas que sienten aquella ignominia como algo propio, en uno o en otro bando. "Las familias de las víctimas, especialmente, quieren que se cuente lo ocurrido", enfatiza Márquez, "porque quien olvida su historia está obligado a repetirla".
La novela está protagonizada por Diego García, alter ego del cabo Moyano, una de aquellas bestias que en 1936 idearon su macabra danza del Aguaucho, que en el lecho de muerte, arrepentido, le cuenta todo a su hijo. Busca el perdón, pero sabe que no lo tendrá "porque la conclusión de la novela no justificar lo que hicieron". El protagonista busca el perdón, pero sabe que no lo tendrá y que la historia lo va a condenar, lo ha condenado. Aunque la historia, dice, "hay que verla desde todos los puntos de vista y para comprenderla hay que mirarla en su contexto". Para escribir su novela, Antonio Márquez lo ha leído todo sobre los sucesos del Aguaucho, después de lo cual concluye que "fueron unos bestias, de ahí el título.
La historia no se repetirá porque Antonio Márquez no sólo no olvida, sino que ayuda con su libro a que otros no olviden. Cree este estudiante de Magisterio de 21 años, que los jóvenes de Fuentes tienen sólo una "vaga idea" de lo que ocurrió en el Aguaucho, que no se mantiene viva la llama de la memoria para evitar que la historia se repita. El ascenso de la extrema derecha no llegará a tanto. "No creo que eso llegue, pero deberíamos aprender de aquello. Entre los jóvenes no hay un predominio del pensamiento derechista, creo que existe sobre todo diversidad".
La escritura de las cien páginas de la novela "La Danza de las Bestias", que no es la primera y no será la última, le ha llevado seis meses de trabajo. "Para mi escribir es una diversión, lo mismo que leer". Antonio Márquez ha leído de todo y se queda con el libro "Los Girasoles Ciegos", de Alberto Méndez, ambientado también en la Guerra Civil, compuesto por cuatro relatos: "Si el corazón pensara dejaría de latir", "Manuscrito encontrado en el olvido", "El idioma de los muertos" y "Los girasoles ciegos". Lo recomienda vivamente, pero antes hay que empezar leyendo "La Danza de las Bestias", obra que se presenta este viernes a las 18 horas en el Silo.