Predicar en el desierto es la expresión que mejor le pega a un artista fontaniego como Víctor López. Hace más de medio siglo que pinta, esculpe y talla en el más absoluto anonimato, casi en la "clandestinidad". Los artistas de Fuentes bucean en un mar de indiferencia, cuando no en un mar de menosprecio. "Víctor es un artista", han dicho de él algunos, como si dijeran "Víctor es un tipo que hace cosas raras", como diciendo que no hay que echarle mucha cuenta. Lo mismo le decían en su casa a Carmen Aliaga: "niña, deja de tontear y ponte a trabajar". Lo que pasa con personas como Víctor es que por sus venas corre óleo en vez de sangre y en las manos, en vez de dedos, les crecen los pinceles, los cinceles y los martillos. Y muchas noches son incapaces de dormir ante el desfile de imágenes que se les ocurre pintar, diseñar, esculpir, tallar...

Pregunta.- ¿Tu anonimato artístico en Fuentes es buscado o fruto de la indiferencia del público?

Respuesta.- Yo desaparecí de Fuentes hace 40 años, cuando me fui a trabajar a Écija, donde mucha más gente conoce mi afición por las artes plásticas. Muy poca gente aquí sabe que diseño, pinto, dibujo, esculpo y tallo. Eso se debe a que en Fuentes no ha habido ningún movimiento que ponga en valor a los artistas. El último que movió un poco el patio artístico fue Manuel Mazuelos, del que procedemos los pocos que tenemos una acentuada afición y formación en este campo de las artes plásticas. Como artista, en Écija y en La Luisiana soy más conocido que en Fuentes.

P.- Esa falta de sensibilidad por el arte tiene que tener alguna causa, ¿no?

R.- En Fuentes no ha habido nunca una política cultural en artes plásticas. Hace muchos años di un curso de pintura a los alumnos de la escuela. Y nada más. Falta iniciativa política en esta actividad. Aquí ni se hacen exposiciones, ni se dan cursos, ni se organizan charlas, ni nada de nada en esta materia. El resultado es que en Fuentes no hay público para el arte. Ni cultura ni sensibilidad para las artes plásticas. Si acaso alguien alguna vez compra un cuadro es más para decorar un espacio que no se quiere ver vacío, que por sensibilidad artística. Impera la decoración sobre el arte.

P.- Algunos sí tenéis esa sensibilidad. ¿Por qué?

R.- Nací pintando sin saber la causa. Mi hermano ha pintado también, pero poco. En cambio, yo he pasado muchas noches sin dormir pintando o esculpiendo, tanto de niño, cuando mi madre me reñía por perder horas de sueño, como de adulto, cuando el tiempo que me exigía trabajo no me daba otra opción que crear por las noches. He estado dieciocho años de director de una oficina bancaria y otros doce de director de zona. Pero ni ese trabajo, que exigía mucha dedicación, ni nada me ha podido quitar del arte, aunque tenga que hacerlo a deshoras.

P.- Diseño, pintura, dibujo, escultura... no te dejas nada atrás.

R.- También la carpintería que hay en mi casa. Tengo esa debilidad por todo lo que sea creación artística. Todos me decían que estudiara Bellas Artes, pero en mi casa no teníamos recursos para mandarme a estudiar. Un día en Osuna, donde fui con mi madre a cosas de médicos, vimos pinceles y óleos en un escaparate. Mi madre me compró lo imprescindible para pintar y aquello fue el despertar. Cuando yo todavía era un niño, no sé cómo, Mazuelos se enteró de que pintaba y me mandó llamar. Desde entonces, todas las tardes iba a su estudio a aprender. Aquellas tardes me marcaron para siempre. Me empujaron Mazuelos y después el padre Román, de la escuela de la SAFA, que pintaba figuras religiosas como nadie.

P.- Siendo apenas un adolescente vendías obras.

R.- Vendí bastante antes de empezar el trabajo en la caja de ahorros. Después, no porque nunca pensé hacer esto como una forma de ganar dinero. Además, he conocido a bastantes buenos artistas a los que no les ha ido muy bien. No he ganado dinero con el arte, aunque durante unos años tuve una agente americana que en Marbella me vendía todo lo que hacía. Recuerdo que podía vender un cuadro por cinco mil pesetas, suma que en aquellos años no era pequeña, pero de eso hace muchos años. Después, he creado sólo para los amigos, a los que n era capaz de cobrarles un duro.

P.- Hablemos del estilo.

R.- He tendido siempre al realismo, aunque también he viajado por el arte abstracto. Realmente, hago de todo, aunque mi formación está basada en el realismo. En parte por las enseñanzas de Mazuelos, que a pesar de su vocación por el arte sacro, tenía dificultades para las figuras humanas, todo lo contrario que los bodegones. He pintado tres estandartes para las hermandades de la Semana Santa. En Écija tengo por amigo a Josele Sánchez Malo, el mejor dibujante que conozco. Por desgracia no hay arte libre porque quien encarga una obra marca las pautas y ahora se impone la decoración.

P.- Dejemos el mundo del arte y vayamos a la realidad. Vivimos una época extraña, ¿no?

R.- Muy extraña. Temo que vayamos hacia una tremenda involución fruto de la tecnocracia de internet y del poder absoluto de personajes como Trump. No corren buenos tiempos. En Fuentes la política está tranquila porque, aunque haya diferencias, no hay "guerrillas". Solo hay "salsa" política, que es necesaria, pero no impide la convivencia.

P.- Para terminar, ¿alguna petición a las autoridades en el ámbito del arte?

R.- Lo que he dicho antes, que haya más actividad cultural, que se organicen exposiciones, tertulias, debates, cursos... En Fuentes tiene que haber jóvenes con la inquietud del arte, pero no encuentran ni cauces ni alicientes ni reconocimientos. La sensibilidad para hacer arte es innata, pero la cultura, la valorización de la capacidad creativa de los fontaniegos no es algo que vaya a nacer por generación espontánea. Necesita el incentivo y el aliento de las instituciones, además del reconocimiento y del cariño de la población.