Primera reflexión. El metano se ha atorado en las tuberías de Fuentes antes incluso de que haya sido puesta la primera piedra de la futura planta de biogás. El gas no fluye y eso es síntoma de avería. La planta ha partido a Fuentes en dos y a estas alturas es imposible saber si son dos mitades iguales o desiguales, si la mayor parte está a favor o en contra de la instalación. Tampoco serviría de mucho saber cuántos están a cada lado. A la vista de la amplia asistencia de público al acto de ayer sábado en el salón de la Huerta, convocado por la plataforma contra la planta, es evidente que existe una fuerte corriente que rechaza el proyecto. Eso es algo que nadie debe obviar: no son los "cuatro talibanes de siempre", como alguien dijo al inicio de todo. Ponerle número a esa corriente sería bueno, pero no esencial en este punto del debate. Baste decir que son suficientes para ser tenidos en cuenta.

Segunda reflexión. El simple hecho de que esa corriente anti planta haya surgido con fuerza inusitada indica que algo se ha hecho mal por parte de los promotores, ayuntamiento y empresa, a la hora de gestionar y explicar el proyecto. Como en la reflexión anterior, es difícil negar que la planta echa a andar -en los papeles todavía- con una seria avería que se llama rotura de la información y de la participación popular. El ayuntamiento ha reconocido, aunque con la boca pequeña, que debió informar antes de que estallara la polémica. Tiene razón cuando afirma que hubo un pleno en mayo, que hubo referencia en su programa electoral, etcétera, pero es sabido que nadie echa mucha cuenta de lo que se habla en los plenos o se dice en los papeles. Ahora es tarde y va a remolque de las protestas. Otro error "de libro" es que ha sobreactuado cuando se ha puesto manos a la obra para informar. Y no hay nadie menos creíble que un actor que sobreactúa. Tal vez si ayer hubiese adoptado un papel menos entusiasta hoy sería más fiable.

Tercera reflexión. El estallido del conflicto ha llevado al ayuntamiento a reconocer que existen entre los ciudadanos y ciudadanas "dudas razonables" que es preciso aclarar. Esas dudas son los caminos que seguirán los camiones para llegar y salir de la planta, la categoría de los residuos a tratar, la dirección de los vientos que pueden traer malos olores y las medidas correctoras que se aplicarán en caso de que eso ocurra. El problema es que para tratar de aclararlas se incurre en contradicciones entre lo que dice el proyecto oficial aprobado y lo que el ayuntamiento dice que realmente se hará. Aquello de donde dije digo, digo Diego. A esas contradicciones se aferran quienes desconfían del proyecto. A eso y a experiencias nada alentadoras de otras plantas de biogás. En resumen, el proyecto tampoco es fiable y eso hace que llueva sobre mojado.

Cuarta reflexión. Oídos los argumentos de los diferentes actores de esta batalla y leídas detenidamente las opiniones de los técnicos y de los ecologistas publicadas en Fuentes de Información, no parece haber serias objeciones técnicas y científicas para oponerse a estas plantas. La principal objeción es de carácter "operacional". Nada hay que temer si una planta está bien diseñada, dimensionada, ejecutada y operada. En eso parecen estar de acuerdo todos. Un alivio. Lo que puede fallar -y falla- es el factor humano. Dicho de otro modo, la explotación. O, con más claridad, que la empresa deje de invertir lo necesario en medidas de seguridad contra escapes de olores en el transporte y en el tratamiento. Es lo que ocurre desde hace siete años en Campillos, según explicó este sábado la portavoz de la plataforma contra la planta de esa localidad malagueña. Hágase la planta, pero con condicones.

Quinta reflexión. Mucho tiene que cambiar la actual correlación de fuerzas para que Fuentes revierta la decisión de instalar la planta de la Mataelvira. En primer lugar, porque el ayuntamiento no parece dispuesto a dar marcha atrás. Ha puesto mucha carne en el asador. Tampoco está claro que pueda hacerlo sin arriesgarse a ser llevado a los tribunales, a no ser que disponga de una carta escondida en la manga que le permita acogerse a una normativa municipal que justifique la negativa de las futuras licencias de obra y actividad. El ayuntamiento no puede negarse a cumplir sus propias normas y las que recibe de la Junta de Andalucía y del gobierno central. Ya fue condenado por desvío de poder por tratar de impedir la apertura del tanatorio María Auxiliadora. Si la planta cumple con los requisitos legales, ni puede negarle licencia ni exigirle que cambie de ubicación.

Propuesta final. Visto lo visto hasta aquí, lo que procede ahora es tender puentes entre las partes y crear una comisión de seguimiento del proyecto. El momento se llama diálogo y el futuro ha de llamarse vigilancia activa. Diálogo que dé cauce a las dudas razonables y respuestas creíbles a la inquietud ciudadana. Una comisión en la que estén representada la plataforma, el ayuntamiento y la empresa. Sobre todo, bienvenida la inquietud y la protesta. No hay mayor peligro en una planta de biogás que estar rodeada de una ciudadanía indiferente, conformista y silenciosa. Bienvenidos a la política, fontaniegos y fontaniegas. Hay que ser muy exigentes con el biometano, cierto. Contra la planta no valen ni el miedo ni la indolencia. La empresa y el ayuntamiento van a dejar que corra el tiempo esperando que amaine el temporal. "Cuando el camino es largo, corre más el mastín que el galgo" se ha oído decir estos días en el ayuntamiento. Frente a eso, la mayor garantía de que Fuentes no sufra malos olores la dan sus propios habitantes puestos en pie. No sólo el ayuntamiento. No la empresa.